“El Olvido que Seremos”

Del Cine y las Leyes

Y la Memoria que Somos

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“El Olvido que Seremos”, película colombiana de 2020, dirigida por Fernando Trueba, con la actuación de Javier Cámara (Héctor Abad Gómez), Juan Pablo Urrego (Héctor), Patricia Tamayo (Cecilia Faciolince), Adriana Ospina (Silvia), Camila Zarate (Sol), Elizabeth Minotta (Vicky), Kami Zea (Marta), Laura Londoño (Clara), Luz Myriam Guarin (Hermana Josefa), María Tereza Barreto (Mariluz) y Whit Stillman (Dr. Richard Saunders); su estreno en cines fue en junio de 2021, y el 22 de septiembre en la plataforma de Netflix.

Héctor Abad Gómez, además de ser un destacado médico y hombre de familia, es un carismático líder social y activista por los derechos humanos en el violento Medellín de los años 70; después de ser ‘jubilado’ de la universidad se dedica de lleno a la actividad política hasta llegar a ser precandidato a la alcaldía de Medellín.

La película está basada en la novela homónima del colombiano Héctor Abad Faciolince, hijo del Doctor Abad, y es un homenaje muy personal a su padre, quien fue asesinado por su activismo a favor de los derechos humanos, sobre todo los de salud pública para los menos favorecidos.

ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA

El joven Héctor se encuentra estudiando en Italia, cuando recibe una llamada de casa para informarle que su padre, el doctor Abad, será jubilado de la Universidad de Antioquia, Colombia, y que sería bueno que estuviera presente en la ceremonia.

Con una escena en blanco y negro para, posteriormente, regresar en un flashback al año de 1970 en Medellín, transcurre la cinta que retrata a la clase media colombiana representada por la familia Abad con una gran tradición en el catolicismo, al grado tal que la religiosa Hermana Josefa se encarga del cuidado de los pequeños Héctor, a quien llaman Quiquín, y Sol que están en la primaria.

El doctor Abad no es que sea un comunista ni mucho menos un simpatizante de Carlos Marx, al cual nunca ha leído, simplemente que su profesión de médico lo obliga a ver por la salud de la gente, sobre todo de aquellos que no tienen lo mínimo para vivir, por eso no asiste a misa, pues cree que la ayuda es en los pueblos y no en la Iglesia.

Así la Hermana Josefa les pide a los niños que oren por su padre porque si sigue así se irá al infierno, y es cuando Quiquín le dice que no va a rezar más porque quiere irse al infierno para acompañar a su papá.

HECHOS NO PALABRAS

El doctor Abad junto con el doctor Richard Saunders acuden a las comunidades marginales antioqueñas para constatar que carecen de agua potable, la cual es el inicio para gozar de una buena salud, así como de vacunas aprobadas en otros países, pero no por el gobierno colombiano; así que decide aplicarlas directamente a sus hijos para demostrar que son benéficas.

El sistema de salud colombiano hasta mediados de la década de 1950, tenía un “modelo higienista”, que se limitaba a atender aspectos de carácter sanitario, mientras que la atención preventiva y curativa se financiaban por los usuarios y por algunas instituciones de caridad; en 1950, se crea la Caja Nacional de Previsión para atender a los empleados públicos y el Instituto Colombiano de Seguros Sociales para el sector privado con empleo formal; en la década de 1970, se crea el Sistema Nacional de Salud, en el cual los recursos del gobierno eran transferidos directamente a la red de hospitales públicos del país, pero este sistema era insuficiente para proporcionar una atención integral en salud a la población de bajos recursos.

En 1993 se expide la Ley 100, bajo los principios de la Constitución Política de 1991; creando un seguro universal de salud, financiado de manera mixta, con recursos de las contribuciones de empleados y empleadores, y recursos adicionales del presupuesto nacional; la administración del seguro es delegada a unas empresas aseguradoras (las EPS) que deben garantizar el acceso a los servicios de salud.

Además, la reforma contempló dos regímenes: uno para las personas con capacidad de pago (Régimen Contributivo), y otro para las familias menos favorecidas, sin acceso a empleos formales o a una fuente estable de ingresos (Régimen Subsidiado).

En Colombia, antes de la reforma de salud de 1993, la afiliación en salud aproximada era de 60% de la población, en la actualidad es de 96.4%.

UN MÉDICO DE DERECHOS HUMANOS

Los ideales del doctor Abad, no sólo le causan problemas en lo religioso, sino también en lo profesional, al grado de que lo despiden de la Escuela de Medicina, debiendo viajar a otros países asiáticos para seguir con su labor de médico, y al volver a Colombia a dar clases en la Universidad, ahora es invitado a jubilarse, pero nunca es doblegado de su pensamiento liberal y altruista.

Héctor Abad Gómez fue un hombre comprometido con causas sociales, defensor de derechos básicos como la salud para poblaciones marginadas o de condiciones laborales justas para los docentes, su activismo lo llevó a cuestionar a los grupos paramilitares, que cometían crímenes selectivos en contra de militantes de izquierda, tanto en Antioquia como en toda Colombia, concretamente, contra miembros y simpatizantes de la Unión Patriótica.

La cinta no se centra únicamente en ese activismo social, sino que es un retrato íntimo del buen esposo y padre de familia, pero sobre todo de esa estrecha relación con su hijo Héctor Abad Faciolince, mostrando el amor incondicional de un padre a un hijo y viceversa.

El doctor Abad fue ultimado el 25 de agosto de 1987 a tiros por dos hombres, paradójicamente, cuando se dirigía al funeral de su amigo y defensor de derechos humanos, el abogado Luis Fernando Vélez, asesinado también a balazos por la mañana; una mujer buscó a Abad Gómez y lo convenció con el pretexto de que dedicara algunas palabras en el velorio de Vélez en el edificio del sindicato del magisterio de maestros, a donde Abad se dirigió a pie junto con su estudiante Leonardo Betancur y la mujer; al llegar al edificio, fue abordado por un par de sicarios, asesinándolo a él y a Betancur.

Hablar de salud pública en la época en la que este término no era conocido fue una de los logros más importantes del doctor Héctor Abad Gómez, pero su lucha social es una huella indeleble que está en la memoria de los colombianos y nunca será el olvido de lo que fue.

“El Olvido que Seremos”, nombre del libro y de la cinta, está tomado del primer verso de un soneto atribuido a Jorge Luis Borges, titulado “Aquí, hoy”, hallado en uno de los bolsillos de Héctor Abad Gómez después de que fuera asesinado, y quien ha sido llamado por los antioqueños “el apóstol de los derechos humanos”.

Pero ¿en verdad es cierto que los grandes defensores de los derechos sociales serán el olvido de lo que son?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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