Asunto de Salud la Reapertura de la Frontera Estados Unidos-México 

Los Dados de Dios

Por Nidia Marín

Es importante indudablemente la reapertura de la frontera norte. Sin embargo, mientras no existan acuerdos no sólo a nivel del gobierno federal de Estados Unidos y del mexicano, sino entre gobernadores de los estados colindantes de ambos países y sobre todo de la serie de ciudades en la franja de los dos lados, no habrá avance en la relación entre ambos países.

De acuerdo a Salud en las América institución avalada por la Organización Panamericana de la Salud (surgida en 2012 para luchar juntos en beneficio de los habitantes de las Américas) ante las profundas disparidades en salud -hoy agravadas por la pandemia- se estableció la Comisión de Salud Fronteriza México-Estados Unidos (CSFMEU).

Esta, circunscribió la zona fronteriza a los 44 condados estadounidenses y los 80 municipios mexicanos donde la mayoría de los habitantes residen dentro de las franjas de 100 kilómetros situadas a ambos lados de la frontera y constituían hace 11 años una población total de aproximadamente 14,94 millones de personas (7,45 millones de hombres y 7,49 millones de mujeres), de las cuales cerca de 7,44 millones (3,68 millones de hombres y 3,76 millones de mujeres) vivían en Estados Unidos y 7,5 millones (3,77 millones de hombres y 3,73 millones de mujeres), en México.

Evidentemente hoy son muchos más, ya que entre 2000 y 2010, la población de la zona fronteriza aumentó cerca de 12% en el lado estadounidense y cerca de 18% en el lado mexicano. Sólo habría que añadir aproximadamente otros porcentajes similares en cada lado.

Y es verdad, alrededor de 84% de la población de la zona de la frontera es urbana. Los tres municipios urbanos más grandes en el lado mexicano (Ciudad Juárez en Chihuahua y Tijuana y Mexicali en Baja California) aseguran los estudiosos que representan casi la mitad del total de la población fronteriza mexicana.

Más de 80% de la población fronteriza estadounidense se concentra en seis condados: San Diego, en California; Pima, en Arizona; y Cameron, El Paso, Hidalgo y Webb, en Texas. San Diego, el más rico de los condados de la frontera estadounidense, alberga por sí solo a aproximadamente 40% de la población fronteriza estadounidense.

Además, aproximadamente alrededor de la mitad de la población fronteriza estadounidense es hispana, constituida en su mayoría por descendientes de mexicanos (5,6%).

De ahí que la posición de reabrir la frontera sea digna de encomio para quienes la postulan en ambas naciones. Sin embargo, las políticas que hoy se llevan a cabo en México en materia de salud han sido consideradas por muchos expertos del lado estadounidense como “erráticas” por lo cual, si entre los gobernantes no se ponen de acuerdo para desarrollar políticas similares, las buenas intenciones se toparán con el fracaso, ante las constantes mutaciones del virus y las olas de infecciones que se han estado presentando.

Hasta ahora Estados Unidos ha ayudado a muchos mexicanos que han cruzado la frontera para vacunarse o bien que lo han hecho en territorio mexicano (específicamente en Baja California), pero con vacunas del vecino país.

De ahí que sea de gran importancia la reunión entre estadounidenses y mexicanos de alto nivel en los respectivos gobiernos (caso Ebrard), pero también, por ejemplo, que haya acuerdos entre los gobernadores de Texas (Greg Abbott), Arizona (Doug Ducey), California (Gavin Newsom) y Nuevo México (Michelle Luján Grisham) tras reuniones que lleven a cabo con los mandatarios de Sonora (Claudia Pavlovich o Alfonso Durazo si la junta es tras la toma de posesión), Baja California (Jaime Bonilla Valdés o Marina del Pilar Ávila Olmeda); Sinaloa (Quirino Ordaz Coppel o Rubén Rocha Moya); Chihuahua (Javier Corral Jurado o Maru Campos) Coahuila (Miguel Ángel Riquelme Solís) y Tamaulipas (Francisco García Cabeza de Vaca).

También sería conveniente, ante la situación de ambos países, que a las reuniones asistieran los presidentes municipales de las ciudades fronterizas mexicanas y sus pares allende El Bravo.

Ojalá lo tomen en cuenta porque, de acuerdo a los expertos, la población en ambos lados de la frontera es relativamente joven debido a la elevada tasa de fecundidad y a un continuo flujo migratorio. Alrededor de 30% de los habitantes de la frontera mexicana y 24% de la estadounidense tienen menos de 15 años de edad.

Y, además, el nivel de escolaridad de los residentes de la zona fronteriza estadounidense es inferior al promedio de escolaridad nacional, pero hay diferencias regionales.

En fin, se espera un buen papel de la diplomacia mexicana en estos cruciales momentos para el país.

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