Por Juan José Barrientos
Las editoriales del país han sido afectadas por la pandemia y requieren apoyo, pero el gobierno actual no parece muy dispuesto a proporcionárselos.
La Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura dejó de operar el programa de coediciones y es el Fondo de Cultura Económica, a cargo de Paco Ignacio Taibo, el que absorbió el presupuesto de esa dependencia y se ha encargado de toda la labor editorial del gobierno actual que, sin embargo, está muy lejos de la que hace décadas realizó Gonzalo Aguirre Beltrán con la colección SepSetentas y el correo del libro, pues no basta imprimir libros, hay que promoverlos.
Echeverría, en efecto, propició la competencia de la Subsecretaria de Educación Popular con el Fondo, y la “duplicidad de funciones” resultó benéfica.
Por suerte, el año pasado la UNAM emitió una convocatoria para hacer coediciones, a la que respondieron 68 editoriales independientes y veinte universitarias, de acuerdo con Socorro Venegas, pero es necesarios que otras instituciones también hagan su parte y apoyen a las editoriales independientes.
Durante el periodo de Arias Lovillo, la Universidad Veracruzana, publicó algunos libros con tirajes de quince y dieciocho mil ejemplares que se regalaban a los estudiantes de nuevo ingreso. Desafortunadamente, su sucesora dejó de hacerlo, en vez de tratar de superarlo y hacer un convenio con la Secretaria de Educación o el Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz, el IVEC y hasta la Editora del Gobierno, entre otros organismos, para aumentar el tiraje y poderle regalar libros a los estudiantes de los bachilleratos o vendérselos a precios reducidos.
La Universidad Veracruzana, por cierto, ya coeditó con la SEV, por cierto en el periodo de Duarte, una colección dirigida por Enrique Florescano, y se podría involucrar hasta al Instituto de Pensiones del Estado, que podría pagar un porcentaje del costo de cada edición a cambio de ejemplares que les podría regalar a sus derechohabientes o vendérselos a precios reducidos.
Hace poco la editorial coeditó un libro sobre Glenn Gould con Elefanta, pero hay que hacer algo parecido con otras editoriales que están en dificultades; esas empresas se encargarían de las ventas, y en esa forma se podría resolver el problema de la mala distribución y comercialización de los libros que publica la universidad y que por lo general se quedan embodegados.
Por cierto, en “la nube” busqué alguna nota sobre Aguirre Beltrán y la colección Sepsetentas, pero los integrantes de la Academia Mexicana de la Educación, fundada a instancias suyas, no se han tomado la molestia de redactar alguna y subirla.