Rebecca Solnit.
La madre de todas
las preguntas.
Ed. Capitán Swing,
Madrid, 2020.
192 páginas.
Por David Marklimo
En Los hombres me explican cosas, Rebecca Solnit ideó una nueva palabra: mansplaining, que el diccionario Oxford recogió hace ya algunos años. No suele ocurrir en muchas ocasiones, pero el impacto de esa palabra ha dado un nuevo rumbo a los estudios de género y al discurso feminista. Mansplaining se refiere al hecho de explicar algo a alguien, especialmente un hombre a una mujer, de una manera condescendiente o paternalista. De manera inconsciente, se asume que el hombre que da la explicación considera a la mujer poco versada en el tema (lo que implica que, culturalmente, los hombres asumimos que somos más inteligentes que las mujeres, lo cual, evidentemente, no es cierto), por tanto, es un síntoma claro de una cultura patriarcal y machista. Tal hallazgo nos habla de que Solnit es una de las más innovadoras y originales voces del movimiento feminista, una aguda observadora de comportamientos sociales. Decir que ha consolidado una sólida carrera como ensayista y pensadora, desde la reflexión intimista es quedarse corto. En sus libros, se tira de la ironía, se articula un discurso es sólido y contundente en su contenido a pesar de su tono sosegado. A veces da la impresión -falsa, a todas luces- que sus libros son de auto ayuda. Más bien, es la voz que una mujer que se ríe de todas las tonterías que los hombres hacemos y decimos para justificar nuestra posición. Ya se sabe, es mejor reír que llorar y es mucho más inteligente dejar que pases, veas, explores y descubras a que te den un tour de esos de gran turismo.
En La madre de todas las preguntas, Solnit analiza varios actos de dominación de género en diversos ensayos. Por decir algo, es importante hablar de la condición de mujer.
Solnit nos dice que parte del reconocimiento a la condición femenina está en el papel de madre. La maternidad, entonces, como requisito para pertenecer a la categoría mujer. Esta es la cuestión que da título al libro. Y la reflexión sobre el reconocimiento de la libertad (decidir ser madre o no) es algo que compete exclusivamente a una mujer y que, poco tiene que ver son su papel en el mundo.
Otro gran tema tiene que ver con la cultura de la violación. Es un texto impagable, donde se desmontan magistralmente todos los eufemismos y los falsos mitos alrededor del alcohol, las mujeres y el sexo no deseado. El tema no podría estar completo sin una reflexión sobre el silencio. Solnit nos da detalles de todas las facetas del silencio, los actores que lo promueven y lo sufren y, sobre todo, las profundas repercusiones en el individuo y en la sociedad en general, centrado desde la óptica de silenciar a las mujeres. Para reflexionar queda esta cita: “a veces tan solo el simple hecho de ser capaz de hablar, de ser escuchado, de ser creído, es parte fundamental de la pertenencia a una familia, una comunidad, una sociedad”.
También se analizan los estereotipos o el por qué los niños de cinco años prefieren prescindir de los juguetes rosas, y, en una especie de anti lista, enumera ochenta libros que ninguna mujer debería leer, por ser cómplices de la violencia de género. Pero también escribe sobre hombres que son feministas, rehuyendo cualquier tipo de pensamiento estereotipado.
El libro es de gran interés para todos los que cuestionan las identidades de género y abogan por un mundo más libre y más justo. Sus escritos, cargados de inteligencia y fuerza, tienen una perspectiva nueva y original. Se abordan desde un modo muy solvente y lúcido. Quizá una de las cosas más interesantes que tiene es su capacidad para encontrar las muestras de violencia estructural que se ocultan en cualquier elemento o hecho de nuestra vida cotidiana. Debemos educar nuestra vista para poder detectarlas también. He ahí su gran valor y he ahí, como lectores, nuestro reto.