Por Margot Acosta
Solo eso nos faltaba: que los ladrones desmantelaran las escuelas mexicanas, de por sí deterioradas. Todo indica que de la acción de los maleantes no se salvó un solo estado de la República.
Sí, en México ocurren las barbaridades que estamos observando con motivo de la pandemia: el robo y el vandalismo en los planteles escolares que hubieron de mantenerse cerrados oficialmente desde el 20 de marzo de 2020.
Lo grave es que 14 meses después, cuando se habla de la reapertura de las escuelas, las inversiones que deberán encaminarse a los planteles oficiales son cuantiosas debido a que, de acuerdo con el líder del SNTE, Alfonso Cepeda, aproximadamente el 40% sufrieron robos.
Los ladrones se llevaron de todo. Desde luego las computadoras y las pantallas fueron los primeros elementos que desaparecieron, pero también otros como muebles de baño, cables eléctricos, mobiliario, puertas y ventanas.
Sucede cuando la crisis educativa toca a la puerta de México y de otros países de América Latina y se prepara el retorno. Ocurre cuando el Banco Mundial alerta de que las políticas deberían enfocarse en garantizar que la reapertura de las escuelas alcance a todos los niños en edad escolar, creando las condiciones para una educación híbrida efectiva, en la que coexistan la educación presencial y la educación a distancia en las mismas escuelas, lo que constituirá la nueva normalidad durante los próximos meses.
¿Cómo podría ocurrir esto en México si ni siquiera están listos todos los planteles? Se desconoce, pero mientras el BM alerta que, a nivel regional, menos del 43% de las escuelas primarias y menos del 62% de los colegios secundarios tienen acceso a internet con fines pedagógicos…
Y como en México se robaron las pantallas y las computadoras… ¡peor!
A más largo plazo, señala el Banco, el objetivo es construir sistemas educativos que sean más inclusivos, efectivos y resilientes.
“Hay numerosos ejemplos de programas eficaces, que podrían institucionalizarse y ser replicados en la región. Entre otros, sistemas de alerta temprana que permiten identificar a los estudiantes en riesgo de deserción como los implementados en Perú, Chile y Guatemala. Asimismo, hay sistemas de información y gestión educativa que están ofreciendo buenos resultados en muchos países, incluidos Colombia y Uruguay. Y las tecnologías adaptativas de aprendizaje que se emplean por ejemplo en Ecuador y la República Dominicana ayudan a impartir enseñanza al nivel apropiado”, expone.
¿Y México? No se sabe, pero de acuerdo con el informe, luego de un año escolar sin clases, 71% de los estudiantes de los primeros años de la escuela secundaria pueden no ser capaces de comprender adecuadamente un texto de moderada extensión. Antes de la pandemia la cifra era de 55%. Y si los colegios permanecen cerrados por otros tres meses, el porcentaje ascendería a 77%.
“Más aún, estas pérdidas no son iguales para todos los sectores, sino que afectan principalmente al quintil inferior en la escala de ingresos, lo que según el informe podría haber ensanchado en un 12% adicional la ya elevada brecha socioeconómica en materia de resultados educativos”.
También ha expresado que el cierre masivo de escuelas produjo una crisis educativa con un incremento en los denominados “pobres de aprendizaje” que no son otros que aquellos niños de 10 años incapaces de leer y comprender relatos simples. Este sector creció de 51% a 62.5% es decir 7.6 millones adicionales en ese renglón en América Latina.
Por lo pronto México tendrá que iniciar por remontar los hurtos y después… hacer lo que pueda.