Por Nidia Marín
No son nuevos en la política. Siempre han incursionado y escondido sus trastupijes sexuales. Sin embargo, con el tiempo y un ganchito… han salido a la luz.
Hoy, cuando la pandemia causa estragos en las vidas privadas de las familias de todo el mundo, específicamente de los mexicanos, resulta francamente intolerable enterarse de los abusos que, al amparo de los partidos, en este caso de Morena, llevan a cabo presuntos delincuentes sexuales, convertidos por obra y gracia del profeta en candidatos a puestos de elección popular.
Si alguna de estas personas llegara al poder únicamente hay que pensar la estatura de la fuerza económica, de influencias y amenazas que tendrá sobre las personas, mujeres, niños, niñas, adolescentes básicamente, aunque en estos casos ni los hombres de buena fe se salvan.
Es cierto que, en una sociedad como la nuestra, hay todo tipo de “enfermos”, de personas con problemas mentales en materia de sexo.
En el caso de los niños y las niñas, con la finalidad de que los padres estén al pendiente diremos que, de acuerdo con organismos especializados en materia infantil, los delitos sexuales son: violación, abuso sexual, hostigamiento sexual, estupro, incesto, corrupción de menores e incapaces, pornografía infantil, explotación sexual comercial y turismo sexual.
La Red por los Derechos de la Infancia en México señala que los delitos sexuales, con frecuencia se dan dentro de los núcleos familiares.
Es muy común, explica, que el agresor sea alguien que convive de manera cercana con la víctima, y aprovecha la relación de confianza o de dependencia con la misma, para cometer el delito sexual.
Expone también que los delitos sexuales pueden ser cometidos por personas que no guardan ningún tipo de relación de parentesco con el niño o la niña y que de manera frecuente, el agresor utiliza la violencia para someter a su víctima; violencia que puede ser física o moral.
La primera son los golpes, los amagos o cualquier fuerza física que aplique el agresor para lograr someter a su víctima, mientras que la segunda consiste en intimidaciones, extorciones o cualquier otro tipo de amenaza, en razón de que existe una relación de poder del agresor hacia la víctima.
En el caso de las mujeres desde 2007 fue publicada la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en la cual la definición sobre violencia sexual, establecida en el artículo 6, puntualiza:
“La violencia sexual. Es cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto”.
Esta, la violencia sexual se puede manifestar por una una mirada o comentario malicioso, un manoseo y, en el peor de los casos, con relaciones sexuales forzadas.
“La violación, el hostigamiento, el abuso sexual, la privación de la libertad con fines sexuales y la prostitución forzada son ejemplos de violencia sexual, y en México cada uno de ellos es penado, aunque la tipificación varía de un código penal a otro. Cuestión de técnica legislativa que puede mejorarse, con el fin de unificar criterios”, aseveran investigadores en criminología.
Y dicen que unos de los principales factores asociados a los comportamientos sexuales delictivos son: la drogadicción, la crisis de valores, la desintegración familiar y el hacinamiento.
Pero hay muchos más, así como también existen cada vez más los comportamientos político-sexuales, mismos que siguen sucediendo no obstante casos del pasado como el dado a conocer por la periodista Lidia Cacho.
Hoy nos enteramos, para nuestra desgracia como mexicanos y votantes, que en los partidos se exhiben con todo su resplandor, en este caso en Morena, aspirantes a puestos de elección popular que son acusados de pederastia, como un actual legislador; de violación sexual, como el ex candidato al gobierno de Guerrero; de agresión sexual, como el aspirante a gobernar Zacatecas y de ridículo sexual, como el dirigente de ese partido.
Y por cierto, cualquier persona puede ser víctima de una violación, abuso sexual o agresión sexual, sin importar la edad, raza, género u orientación sexual. Algunas personas creen que esto solo les sucede a las mujeres, sin embargo, la mayoría de las víctimas de agresión sexual sí son féminas, pero 1 de cada 5 resulta ser un hombre.