Por Nidia Marín
Para los gobernadores mexicanos, sobre todo para los de estados fronterizos del norte, la convocatoria presidencial a participar en el mitin en Tijuana contra la política arancelaria del incansable ganso Trump es como cargar sobre las espaldas la piedra del Pípila.
Desconocemos cual será la respuesta de los mandatarios estatales de aquellas entidades fundamentalmente: de Baja California, “Kiko” Vega (que está por entregar la estafeta en poco más de cinco meses, el primero de noviembre), Chihuahua, el panista Javier Corral Jurado; Coahuila, el priista Miguel Ángel Riquelme Solís; Durango, José Rosas Aispuro, del PAN; Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco”, independiente; Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, del Revolucionario Institucional; Sonora, Claudia Pavlovich, también del PRI y Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, del blanquiazul.
¿Y por qué no querrían acudir?, se preguntará usted. Porque ellos sí saben la importancia de la agenda de relaciones México-Estados Unidos que se caracteriza en buena parte -en lo que se refiere al vecino país- por los temas de seguridad, que van desde seguridad pública (robos, secuestros, homicidios y adicciones), seguridad nacional (crimen organizado, narcotráfico, lavado de dinero y tráfico de armas), hasta la seguridad fronteriza, el tema en boga, que fundamenta el caso de los migrantes entre ríos: ingresan por el Suchiate hasta llegar al Rio Bravo.
En cuanto a los demás gobernadores habrá rebeldes y también apoyadores. ¿El suyo a que ralea pertenece?
La convocatoria de López Obrador al mitin contra aranceles este 8 de junio en Tijuana, tiene más visos de favorecer una aprobación de su persona y gobierno que han ido a la baja desde abril, que resolver algo del conflicto EU vs México.
¿Es por el descenso del polietileno o piensa que el agente naranja se arredrará ante su amenaza?
