Por Jesús Michel Narváez
Ignacio Mier Velasco, diputado federal, presidente de la Junta de Coordinación Política en Sn Lázaro, omiso intencionalmente de los mandatos irreversibles de la Constitución y jugador de beisbol en Macuspana, cuyo equipo dirige el jefe político del país, muestra sumisión, docilidad y servilismo, además de intimidar a sus pares y obligarlos a votar como lo ordena el huésped -temporal, espero- de Palacio Nacional.
Entiendo, porque no soy novato respecto de los procedimientos legislativos que, cuando el partido gobernante, el oficialista, tiene mayoría simple y construye una mayoría ficticia, debe obedecer las órdenes del presidente de la República. Ello no implica ir en contra del máximo ordenamiento jurídico que ha regido a este país desde la instalación del Congreso de Chilpancingo.
Ello no obliga o no debiera hacerlo, que el resto de los diputados de la mayoría parlamentaria sucumban ante las presiones de su coordinados. Robarle a quienes fueron elegidos por la vía de mayoría relativa o incluso los que arribaron a través de la lista plurinominal -en la que se encuentra el que sigue siendo lúcido pensador, Porfirio Muñoz Ledo y por ello no se calla ante la arbitrariedad que intenta sepultar los preceptos constitucionales, aunque sea promotor de una nueva Carta Magna-, es un crimen que podría tificarse de “lesa humanidad” .
Con un espíritu de venganza y ávido de ser perdonado, ingresó a Morena. Pero lea usted su breve currículum y saque sus conclusiones: es licenciado en Administración de Empresas. Como miembro del PRI, fue integrante de su sector agrario y en la Confederación Nacional Campesina en Puebla y se desempeñó como secretario de Empresas Campesinas y secretario de Gestión Social y presidente del comité estatal del PRI en Puebla. Ocupó los cargos públicos de subdelegado del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos en Puebla, coordinador general de Planeación e Inversión en el gobierno y secretario del Centro de Estudios para el Desarrollo Comunitario en Puebla. En 1993 fue elegido diputado a la LII Legislatura del Congreso del Estado de Puebla en representación del distrito electoral 8, terminando el cargo en 1996. En 1997 fue elegido diputado federal a la LVII Legislatura por el distrito 8 de Puebla; fungió en la legislatura como integrante de las comisiones de Cultura; Reglamento y Prácticas Parlamentarias; Especial de Desarrollo Social; y, Especial de Participación Ciudadana. Entre en 1998 y 1999 ocupó el cargo de subsecretario de Gestión Social del Programa de Acción y Gestión Social del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
A partir de 2005 fue secretario general de gobierno del ayuntamiento del municipio de Puebla que encabezaba Enrique Doger Guerrero, cargo al que renunció el 22 de marzo de 2006 para ser candidato de la Coalición Por el Bien de Todos a senador por Puebla en las elecciones de ese año. No logró obtener el cargo para el que había sido postulado.
Lo demás es historia nueva. En 2017 se afilió a Morena y hoy redimido y confeso ante el “Supremo”, actúa con, justamente, las mañas que aprendió “desde antes” y se coloca la medalla de impoluto, limpio, ave que cruza los pantanos sin ensuciarse las plumas de perico verde.
Hoy presiona a sus pares, aunque sean de mayoría relativa -es plurinominal, porque dicen en Puebla, ni su familia votaría por él- y les ordena ser sumisos, dóciles y obedientes ante las “órdenes de nuestro presidente”. Hágame usted el favor.
Al escribir esta entrega no se había definido la aprobación de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación que, como es costumbre presidencial, viola la Constitución y rompe el Estado de Derecho y, durante el día, se convirtió en el diputado comodín en las comisiones que revisaban la Ley General de Hidrocarburos, la Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República y la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. En todas las comisiones respectivas se autonombró “integrante”. Su presencia tuvo un objetivo: intimidar a sus pares.
Y consiguió algunos puntos, aunque a decir verdad no los que quería. Logró sus objetivos en las dos primeras. La tercera estaba en veremos al cierre de esta edición.
Ignacio Mier Velasco forma parte de lo que en su momento definición Felipe Calderón: todos los mexicanos llevamos una parte del PRI en nuestro corazón. El ahora legislador de Morena tiene más de una parte tricolor: Las mañas, la traición y el oportunismo.
Y por ello manda al diablo a las Instituciones y, de paso, a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
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