Cuando Partes del Territorio son Dirigidas por Fuerzas Vinculadas con el Crimen

*2020, Grados de Escolaridad de 15 años y más: 9.7 en Promedio

*En Primeros Lugares Están CDMX, Nuevo León y Querétaro

*Últimos Cuatro: Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán

*Estos del Final se Ubican en los Territorios de la CNTE

Por Ezequiel Gaytán

Lo que me propongo demostrar en este artículo es que México no es un Estado fallido, pero tiene entidades de la República fallidas debido, entre otras causas a las deficiencias educativas. Empezaré con datos en materia escolar, el INEGI nos indica que en el 2020 a nivel nacional los habitantes de 15 años y más tienen 9.7 grados de escolaridad en promedio, lo cual significa un poco más de la secundaria concluida. Con base en dicho informe, los tres primeros lugares los ocupan la Ciudad de México con11.5, Nuevo León con 10.7 y Querétaro con 10.5; los últimos cuatro lugares son Chiapas con 7.8, Oaxaca con 8.1, Guerrero con 8.4 y Michoacán con 8.6, cabe hacer notar que los estados con más baja escolaridad son aquellos cuya agrupación magisterial corresponde a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Pero, con excepción de Michoacán no son estados altamente violentos por causas del crimen organizado.

Por lo que respecta al Estado fallido, el convencionalismo académico sostiene que los argumentos son: a) cuando el Estado de Derecho no existe y partes significativas del territorio de una nación están ocupadas y dirigidas por fuerzas no gubernamentales y vinculadas con el crimen; b) desconfianza ciudadana hacia sus instituciones y sus servidores públicos con lo cual hay pérdida de legitimidad; c) Incapacidad del Estado para prestar servicios públicos básicos como educación, salud, agua, electricidad, limpia, mercados y panteones; d) insolvencia del  Estado a fin de que interactúe en foros multilaterales; e) estándares bajos de gobernabilidad (escasa o nula participación social en los procesos de formulación y evaluación de las políticas públicas); f) altos niveles de corrupción en toda la Administración pública, y g) degradación económica (falta de productividad, baja distribución de mercancías, mínimo consumo y raquítica distribución de la riqueza). Insisto en que se trata de generalidades académicas y es muy difícil que un estado cumpla con todos los requisitos. Aún más, los siete incisos no tienen el mismo peso y deben ser ponderados de diferentes maneras.

No obstante, es lógico deducir que existe una vinculación entre falta de servicios públicos gubernamentales, como es el caso de la educación y el debilitamiento del Estado. En otras palabras, cuando un Estado deja de invertir en educación y la deja en manos de negociantes inescrupulosos o a grupos facciosos de interés, lo que ocurre es un asesinato al futuro de oportunidades de la niñez. De ahí mi tesis de que los estados que hoy padecen de violencia como Tamaulipas, Chihuahua o Sinaloa, tarde o temprano recuperarán el imperio de la ley y más tarde el Estado de Derecho, pero Chiapas, Guerrero y Oaxaca seguirán siendo entidades fallidas debido a que sacrifican la educación a cambio de votos y apoyos a favor de un proyecto sindical.

Lo aquí escrito me ocupa y preocupa porque no estoy desdeñando el problema de la violencia, pero el Estado acabará por imponerse y los cárteles del crimen serán derrotados. Pero qué hacer con una organización que se niega a que el profesorado sea evaluado, que impone la privatización de las plazas académicas a fin de que sean heredadas a sus hijos y ellos las renten al mejor postor, que se opone a los ascensos por mérito académico y éstos se otorguen por corrupción y agitación en las manifestaciones, léase, entre más violencia, más puntos de ascenso.

Asesinar la educación es engendrar el Estado fallido, ese indeseable fantasma del analfabetismo que engendra ignorancia y fanatismo, que hace de la niñez un ejército de desempleados y la margina del progreso y del desarrollo. Frustrar el futuro de un infante porque sus maestros, en las entidades más pobres del país, les dan clases 60 días al año, mientras que en el resto del país oscila entre 180 y 190 días es un crimen.

Recuerdo que un día caminando por el centro de Oaxaca vi pintado un muro con la frase “el maestro luchando también está enseñando” lo cual me pareció absurdo, pues esa enseñanza no es la que construye un futuro, sino la que recluta vividores. Tampoco le vi sentido a su sintaxis debido a los dos gerundios, lo cual es incorrecto en el español. La lucha no es por la mejora en infraestructura educativa, ni demanda tecnología de punta en materia didáctica y pedagógica. Su lucha es justa por el incremento de salarios y en eso estoy de acuerdo, pero ese tipo de movimiento puede lograr el incremento salarial con líderes honestos que negocien dentro de la ley. Sin embargo, lo sabemos, lo que esos sindicatos aspiran es a prebendas de poder y olvidarse de la educación. Es reconfortante saber que México no es un Estado fallido, pero es triste saber que tendremos durante mucho tiempo entidades fallidas.

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