Por Jesús Michel Narváez
Algo pasa con los productores de vacunas que no cumplen, según los anuncios presidenciales, con las entregas prometidas.
Hace unos días el presidente anunció que para este fin de semana contaría con 4 millones de dosis para ser aplicadas a los adultos mayores. Las cuentas se fundamentaban en que Estados Unidos había accedido a prestarnos 2.7 millones de vacunas, pero solo llegará un millón; de la CanSino arribó la “impresionante dotación” de ¡60 mil vacunas!
Ante el presunto incumplimiento de los fabricantes -Pfizer, AstraZeneca, Sputnik V, CanSino y Sinovac-, el titular de Exteriores, Marcelo Ebrard urgió a la ONU acelerar la entrega del mecanismo COVAX. Como fuere, el problema para México es que no cuenta con las dosis suficientes para la llamada aplicación masiva.
A finales del año pasado Ebrard y el secretario de Hacienda, Arturo Gutiérrez confirmaban que se habían adquirido 223 millones de vacunas de las diferentes farmacéuticas y que el calendario de entrega preludiaba que para mayo habría millones de ellas en el país; la subsecretaria de Exteriores, Martha Delgado, una especie de vocera en la materia de la llegada del inmunizante, también ratificaba que a partir de abril llegarían cantidades suficientes para aplicarlas.
Sin embargo, y a pesar de que Herrera aseguró que se habían pagado los pedidos, es momento en el que el antígeno llega a cuenta gotas. Las cifras oficiales revelan que al 25 de marzo se han recibido 9 millones 818 mil 375, 4 por ciento del total contratado. La aplicación alcanza 6 millones 243 mil 886 hasta el pasado viernes. Implica que hay 3 millones 500 mil dosis en reserva.
Sin embargo, las cifras aún están lejanas de la meta establecida en el Plan Nacional de Vacunación. Para empezar, faltan cuando menos 2 millones de adultos mayores por recibirla y 8 esperan la segunda dosis. La población estimada para ondear la bandera blanca del control del virus es de 72 millones de personas.
Ya hay un problema serio que se busca ocultar: no se completan los ciclos de las dos aplicaciones con la misma vacuna y ello ha orillado a las autoridades a alargar el término de la segunda inoculación. La farmacéutica Pfizer había anunciado que el intervalo entre una y otra aplicación sería de 21 días. Ante la escasez o falta total del fármaco, en México se informó que se ampliaría el término hasta los 40 días. La que produce AstraZeneca daba 28 días de diferencia.
Aunque hay optimismo que raya en triunfalismo, en el gobierno federal hay preocupación por el retraso de las entregas y la ineficacia mostrada por el mecanismo COVAX.
El nerviosismo aflora porque el proyecto de gobierno es tener vacunada a cuando menos una tercera parte de la que recibirá el antígeno antes del 6 de junio. Al paso que se va, difícilmente se cumplirá la meta.
Y la decepción de quienes no reciban la vacuna se reflejará en las urnas. Y eso, como dice el presidente López, “sí calienta”.
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