Y Retiemble en sus Centro la Tierra…

Reportaje

*De Paseo por la Casona Donde se Escribió el Himno Nacional

Por Susana Vega López

Es una construcción que se pierde entre los comercios de ropa y artículos varios del centro de la Ciudad de México. Al alejarse de cualquiera de las salidas del Metro Allende rumbo a la Catedral Metropolitana, en la calle de Tacuba, se llega al número 48, donde las paredes guardan una peculiar historia que nos atañe a todos los mexicanos: en una de las habitaciones con balcón se escribió la letra del Himno Nacional de México.

La casa, dicen, pertenecía a Guadalupe González del Pino, prima –después novia- de Francisco González Bocanegra, quien, con argucia, lo encerró en una habitación para que compusiera las estrofas del Himno, pues ya se había lanzado la convocatoria en el Diario Oficial.

Ahora la fachada luce un rosa claro en sus dos niveles, ambos con balcones originales enmarcados con un arco, además de la azotea. La puerta que da a la calle es estrecha, en el pasillo –desgastado- se venden dulces; al terminar, un negocio de compra venta de oro y plata. Más acá, escaleras que llegan a un primer piso donde se encuentra la óptica Festina Lente.

Aquí es el cuarto donde González Bocanegra se inspiró. Los techos son altos. Se asoman las vigas apolilladas y pintadas color café. La habitación no ha sufrido modificaciones, Aún se ve una diminuta ventana por donde le pasaban la comida a poeta, pues lo encerraron a “piedra y lodo” hasta que terminara de escribir su composición. Dicen que en cuanto concluía una estrofa pasaba el escrito por debajo de la puerta para constatar lo dicho, informan los jóvenes Eduardo Mérida de la Cruz y Samuel García, quienes proporcionaron la información a Misión Política.

“Es un edificio donde habitan dos familias, se comercializan y reparan anteojos o lentes de todo tipo y presupuesto. También hay bodegas. Cuando se sacude el edificio cae todo el polvo”, dice Eduardo y agrega que el retrato del compositor del Himno Nacional lo mandó poner el actual dueño del negocio.

Ahora los inquilinos pagan sendas rentas a quien administra la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama, Institución de Asistencia Privada (IAP) un organismo manejado por unas hermanas que, al haber cierta rivalidad decidieron caminar por separado por lo que una de ellas decidió agregar la palabra “cultural” para diferenciar la empresa, refiere Emilia Moysén, curadora de los tres museos –La Casa de la Bola, Hacienda de Santa Mónica y Hacienda de San Cristóbal Polaxtla- que comprende la Fundación Cultural.

Comenta Emilia que la otra fundación dedicada al rescate de la fauna doméstica, al parecer, se enfrentó a una demanda gubernamental donde la intención era expropiar el terreno –o comprarlo- para convertirlo en una casa de cultura.

En tanto, Eduardo afirma que la fundación, al perder un juicio, tuvo que llevar a los animales que habitaban la casona dos calles adelante, también sobre Tacuba. “Era un lugar que le pertenecía a perros y gatos, pero ya no. Eso fue hace cinco años. Desde entonces se dejó de dar mantenimiento”.

MEXICANOS AL GRITO DE GUERRA

Cabe resaltar que en la película “Mexicanos al Grito de Guerra”, filmada en 1943 y dirigida por Ismael Rodríguez y Álvaro Gálvez, se recrea cómo se dieron los sucesos en cuanto a la composición de la letra de nuestro Himno Nacional. Aquí el actor que recrea a González Bocanegra es encerrado por su novia a fin de motivarlo para que escribiera la letra del himno nacional y participara en el concurso convocado que, a la postre, ganó, (como cuenta la historia).

Asimismo, en este filme Pedro Infante representa al soldado Luis Sandoval quien, por sus conocimientos musicales, interpreta con una corneta el himno nacional en la Batalla del 5 de mayo. Un hecho ficticio que tenía el propósito de destacar el valor de los mexicanos en el combate.

Tacuba 48, como muchos edificios, forma parte del Patrimonio de la Nación por lo que nadie puede hacer modificaciones. Al entrar se registra mucha actividad y se pierde el sentido histórico del lugar. El ir y venir de las personas, la vorágine social, hace desapercibido el valor del sitio. La pequeña ventana por donde se pasaban los alimentos a Francisco González está repleta de frascos, botellas, materiales y artículos concernientes al negocio de la óptica.

Afuera, en la calle, apenas se asoma un letrero que dice: “En esta casa vivió y murió el poeta Francisco González Bocanegra, donde escribió las estrofas del Himno Nacional. Año de 1853”.

El inmueble requiere trabajos de conservación no obstante que se han realizado algunas modificaciones y adaptado los espacios para ocuparlos como departamentos es por ello que en la actualidad hay inquilinos –comerciantes- que rentan para vivir y guardar su mercancía. Se tiene el dato de que desde hace 50 años se instalaron algunos comercios que aún sobreviven y de 10 años a la fecha surgieron algunas ópticas.

A PUNTO DE CAER EN EL OLVIDO EL HIMNO NACIONAL

Era la época de Santa Anna, entonces Presidente de la República, cuando se lanza la convocatoria, en el Diario Oficial, para la creación del Himno Nacional. Entre los aspirantes, un joven poeta de apenas 30 años, nacido en San Luis Potosí, Francisco de Paula González Bocanegra –pero radicado en la Ciudad de México- gana el concurso.

En tanto, un español de origen catalán, invitado por el Presidente, acepta el reto de participar para componer la música y el 12 de agosto de 1854 se da a conocer que Jaime Nunó Roca es el triunfador de la musicalización de la letra de González Bocanegra y el 16 de septiembre de ese año es que se toca por primera vez el Himno Nacional.

La letra y música resuena en el entonces Teatro Santa Anna, después rebautizado como Teatro Nacional de México y donde ahora se encuentra el Teatro de Bellas Artes. Se dice que Antonio López de Santa Anna no asistió a esa inauguración.

Si bien Jaime Nunó murió en Nueva York en 1908, sus restos mortales se trajeron a México en 1942 al ser considerado un prócer de la historia. Su tumba se encuentra en la Rotonda de los Hombres Ilustres –que ya se llama Rotonda de las Personas Ilustres-, en el Panteón Dolores, de la Ciudad de México, junto al sepulcro de González Bocanegra.

Cabe señalar que González Bocanegra se contagió de tifo y murió. Su novia y finalmente esposa, Guadalupe González del Pino y Villalpando estuvo con él en todo momento.

A punto de caer en el olvido el Himno Nacional se vuelve a tocar en actos oficiales de Porfirio Díaz. Años más tarde, durante el mandato del presidente Manuel Ávila Camacho, por decreto, se establece lo que es actualmente la letra –se suprimieron varias estrofas- y se señala que cualquier desacato o falta de respeto a los símbolos patrios (Bandera, Escudo e Himno) se castigará, según la gravedad, con multa de hasta 250 veces el salario mínimo vigente o con arresto de hasta 36 horas. La infracción podría llegar a mil veces el salario mínimo si la infracción es con fines de lucro.

Es así que desde entonces quedó regulado el canto y la ejecución del Himno Nacional, donde se prohíbe alterar, corregir o modificar tanto la letra como la música de este himno que, junto al de la Marsellesa, es de los más bellos.

Sería un buen producto turístico la visita a esta casona.

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