Por Jesús Michel Narváez
Y pasan los días, las semanas y ya el segundo mes de las elecciones en Estados Unidos, en donde Donald Trump salió derrotado, y sigue con su necedad.
Obcecado que es el desarrollador inmobiliario, convenció -¿o le ordenó?- al vicepresidente Mike Pence presentar lo que se presume es la última demanda judicial para desconocer el triunfo de Joe Biden.
Conforme a la estructura política de Estados Unidos, el vicepresidente en turno es el presidente de la Cámara de Senadores y encabeza los eventos importantes, y por tanto buscaba tener mayor poder para determinar el resultado de las elecciones. Sin embargo, el papel del vicepresidente en esa ceremonia es meramente simbólico, como está estipulado en la Ley sobre Conteo Electoral de 1887
Nuevamente la demanda fue rechazada y por un juez federal designado por Trump.
La demanda había sido interpuesta por el legislador republicano por Texas Louie Gohmert, aliado del presidente Trump, y el objetivo era cambiar las normas para que Pence pudiera rechazar la victoria de Biden cuando el Congreso se reúna el próximo miércoles 6, para certificar los resultados, según apunta un despacho de la agencia EFE,
¿Qué sigue? Salvo error u omisión, ya nada puede hacer el señor Trump y Biden será juramentado el día 20.
Pero la necedad estará hasta el último minuto.
Por ejemplo, cerca de 140 representantes –es decir, diputados- republicanos confirmaron que planean desafiar los votos electorales en algunos estados clave durante la sesión del Congreso del 6 de enero, fecha en la que los integrantes de la Cámara de Representantes y el Senado se reunirán bajo la presidencia de Pence y los votos electorales serán leídos y contados en orden alfabético por dos personas designadas por la Cámara y el Senado. Luego le darán sus cuentas a vicepresidente en funciones quien anunciará los resultados y escuchará las objeciones.
Una añeja modalidad que en México fue adaptada en voto por voto y casilla por casilla, sin que los resultados cambiaran. Todo indicaría que lo hasta ahora confirmado por el Colegio Electoral prevalecerá.
Aunque en el Senado se votara en contra de la confirmación de Biden, para que sea legal la negativa tendría que ser avalada por la Cámara de Representantes, dominada desde hace dos años por los demócratas con el liderazgo de Nancy Pelosi y por tanto el berrinche y la necedad habrán llegado casi a su fin.
Ante la falta de alguna perspectiva de que la votación en el Congreso cambie el resultado de las elecciones, la última batalla -6 de enero- sí obligará a cada legislador republicano a mostrarse a favor o en contra de la guerra de Trump contra lo votado, una última prueba de lealtad que promete llenar de tensión al partido.
Lealtad a ciegas, derrota anunciada. Trump, como diría Pedro “el Mago” Septién… se va… se va… se fue.
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