Por Jesús Michel Narváez
Estaba a la vista de todos menos de las autoridades. La ceguera y el cuidado de sus tiempos políticos causaron la muerte de miles de personas a causa de los contagios de la Coivid-19. Claudia Sheinbaum se negó sistemáticamente a cambiar el color del semáforo. Aducía que esa decisión le corresponde a la autoridad sanitaria federal. Es decir, a Hugo López-Gatell, quien durante 9 meses rechazó que el cubrebocas sirviera para algo y ahora recomienda su utilización.
Junto con la gobernadora capitalina, el mandatario del Estado de México, Alfredo del Mazo. Una conferencia de prensa sin más intención que el anuncio de, ahora sí, vamos al color rojo. Ya la paleta de colores había sido cambiada para subir el tono de naranja y que no se volviera rojo, colorado, comunista.
Sin estrategia, sin logística, sin responsabilidad, el Gobierno federal, léase el presidente López porque nadie mueve un dedo si no lo ordena, ha tenido un manejo criminal de la pandemia y los números no mienten. Aquellas frases irresponsables de “esta pandemia no dura un mes”… “salgan, vayan a la fondita a comer”… “abrácense”, forman parte de la narrativa por la que México ocupa el primer lugar mundial en muertes de personal sanitario, el cuarto en fallecidos por el contagio y el undécimo por el número de contagios.
Las voces de alerta se lanzaron. Los medios de comunicación y nosotros mismos, los comentaristas y analistas, llamaron a replantear la forma en que se pretendía doblar la curva de la pandemia; se les dijo hasta el cansancio que los científicos de a de veras no consideraban acertada la manera en que México enfrentaba la crisis… pero nadie escuchó porque el presidente no se “contagia… tiene fuerza moral”.
Hoy el semáforo rojo se enciende y encandila. La muerte acecha a miles de pacientes intubados. La parca no se detiene ni en tiempos navideños. Al contrario: amarga lo que es fiesta y la cubre de negro, de dolor, de llanto, de impotencia.
Mientras, los políticos administran la pandemia, impulsan el miedo, fomentan el pánico.
Nadie está seguro de no contagiarse aunque se guarden las medidas de sana distancia, lavarse las manos y se use el cubrebocas que no recomienda ni López, el presidente, ni López el epidemiólogo.
Regresar al semáforo rojo no es muestra inequívoca de irresponsabilidad –se diría que hasta criminal- y mal manejo de la forma de enfrentar al coronavirus.
Ya hay quórum para solicitar licencia, señor Presidente. No es una marcha de 100 mil seres vivos. Es la fúnebre con 130 mil fallecidos. Es el 30 por ciento más de lo que usted pidió.
Aunque claro, se trató de un chistorete en tiempos de coronavirus.
¿Qué nos depara el 2021? Más muertes, más desempleados, más pobres.
¿Esa es la cuarta transformación?
¡No la quiero!… prefiero el pasado corrupto, de fifís, de neoliberales que el presente inservible e irresponsable.
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