*Agenda del Tlatoani Olmeca Contraria a la Preservación del Ambiente, Quema Dinero
Por Miguel A. Rocha Valencia
Con la determinación de Donald Trump de aceptar la transición para que Joe Biden asuma la presidencia de Estados Unidos, la agenda bilateral con México en materia ambiental deberá ajustarse a los nuevos tiempos y si hasta hoy el gobierno de nuestro país apostó por los combustibles fósiles por razones extra lógicas o por un falso nacionalismo, llegó el momento de reconsiderarlo.
No hacerlo, podría generarnos choques con la nueva administración estadounidense, actuar en consecuencia, con lógica e inteligencia no sólo ayudaría a consolidar la cooperación entre los dos países sino también a mejorar la protección ecológica en México. No se trata de revanchas ni caprichos sino de congruencia y necesidad.
Pero, además, hacerlo ayudaría en lo económico y social a nuestro país ya que al ahorrase las decenas de miles de millones que se gastan en una nueva refinería, termoeléctricas y destrucción de selva con un tren, favorecería el estímulo a la inversión en proyectos amigables con el medio ambiente, como la generación de energías limpias.
Es decir que en vez de quemar dinero fiscal y generar pérdidas multimillonarias en proyectos viejos e inviables, se atraerían inversiones que tanta falta le hace al país.
No se trata sólo de los 600 mil millones de pesos en pérdidas que en general registra Pemex o de los 45 mil millones que se asignan a la construcción de la refinería de Dos Bocas para este año, ni los casi tres mil millones para la carboeléctrica de la CFE en Apatlaco, Morelos, sino de los casi 13 mil millones de dólares que podrían captarse en proyectos “limpios”.
No se trata de perder soberanía sino de optar por las mejores opciones sobre todo cuando en México hace falta dinero incluso para sostener los programas clientelares de la actual administración y evitar pérdidas como las registradas por Pemex Transformación, que en sólo nueve meses echó a la hoguera más de 121 mil millones de pesos, que significaron pérdidas superiores en 115 por ciento más que el año pasado, sólo en esa subsidiaria.
Pero, además, en caso de insistir en el petróleo, por lo menos tendrían que mejorarse los sistemas de refinación y contaminar menos mediante la reconversión de las seis fábricas ya existentes y donde de acuerdo con especialistas, debido a lo obsoleto, se pierde un tercio de cada barril, que obviamente se traduce en contaminación.
Poner a refinar a Pemex, es igual que quemar dinero en la hoguera. Inyectarles más petróleo a las refinerías no es fortalecer a Pemex, es debilitarla. Y es cierto porque cada vez la paraestatal se endeuda más, a tal grado que hoy su débito suma cerca de 2.5 billones de pesos y hasta surgen voces que piden tomar reservas internacionales de Banxico para financiar 31 mil millones de dólares de los casi 194 mil millones de dólares que tiene la institución para respaldar la economía del país.
Olvidan los “dueños” actuales de las políticas públicas que es gracias a ese respaldo que México no se ha desbarrancado con altos índices de inflación ni causar mayores pérdidas con la convertibilidad cambiaria, con lo cual se agravaría a niveles catastróficos la crisis económica del país. Si lo hacen, pondrían en riesgo la estabilidad que hoy mantiene a salvo a la Cuarta.
Por lo demás, la tendencia en el uso de combustibles fósiles disminuye a nivel mundial obligado por una necesidad de cuidar el medio ambiente que se ve cada vez más agredido, así como por la baja expectativa de los no renovables.
Así que, si cambia la política estadounidense en torno al tema, habremos de ser consecuentes, no hay de otra.