Las Instituciones del Estado Mexicano

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

En la evolución de las entidades políticas y sobre todo después del tiempo de la Revolución Francesa, el camino que tomaron diversos reinos y luego republicas fue el muy complicado, doloroso, traumático y en muy pocas ocasiones fácil proceso en la construcción de los estados nacionales. Los conglomerados humanos más primitivos se identificaron en familias, luego clanes y finalmente tribus; en uno y otros casos aquellos seres humanos en su esfera particular consideraron como propios antepasados comunes, mitos y ritos originarios, colores, animales, comida, costumbres afines y finalmente territorio, lengua y autoridades que los podían representar y los gobernaban. En este último aspecto la discusión milenaria ha sido si tales autoridades contaban o no con la legitimidad suficiente para ser respetadas por su contraparte.

Tales anteriores características que sirvieron en los pueblos primitivos se complicaron tiempo después, pero esencialmente son los mismos elementos en la modernidad histórica de occidente (siglos XVIII –XX) y en la más compleja realidad del contemporáneo siglo XXI. Para los países que integran el continente americano el proceso se definió por guerras de independencia y luego la difícil existencia de sociedades que en su especificidad construyeron estados nacionales. En aquellas entidades como los Estados Unidos, México, Brasil o Argentina, pero extensivo a otros países, elementos tales como territorio, pueblo, legislación, gobierno, economía, religiosidad y otros se convirtieron en asuntos esenciales que debían ser tratados por autoridades y sus ciudadanos como constitutivos de su yo nacional y por lo tanto se diferenciaban de otras entidades nacionales.

Para los Estados Unidos, la conformación de su territorio continental como hoy lo conocemos resultó en un asunto esencial que se completó a lo largo del siglo XIX a costa de España, México, Inglaterra, Rusia y la reina del Hawaii. En cuanto a México, la discusión de sus ya casi doscientos años de vida independiente se refirió a la elaboración de corpus constitucionales y la manera en que éstos podían servir o no para el pueblo mexicano que, en teoría, debía ser el destinatario de todos sus beneficios. Por lo que se refiere al istmo centroamericano, Colombia, Perú o Bolivia un asunto medular de sus historias ha sido la oposición entre sí de los intereses locales, regionales y los de la capital de la respectiva república, ellos han dificultado la integración de genuinos estados nacionales; en fin la lista es larga y lo que nos interesa son las actuales instituciones del estado mexicano.

De éstas últimas no podremos hablar de todas, pero sí de una que actualmente está en el ojo del devenir político que se agita en la república de la Cuarta Transformación. Los teóricos del liberalismo mexicano decimonónico y luego del pensamiento progresista del siglo XX señalaron que el ejército mexicano y demás fuerzas armadas en la república debían servir al engrandecimiento del país, y concretamente ayudar al pueblo mexicano en sus diarias necesidades. ¿Por qué? Porque México a diferencia de Francia, por citar tan solo un ejemplo, no tiene vecinos que pudiendo ser enemigos pudieran ubicarse en un nivel de igualdad militar, léase en el siglo XXI una posible invasión a territorio francés por parte de Inglaterra, España, Alemania o las más pequeñas Bélgica, Suiza o Italia. En cambio Polonia, México, Paraguay o Japón se encuentran a lado de monstruos con gran capacidad bélica identificados en Rusia, los EEUU, Brasil y China. Esta evidente e innegable disparidad de capacidades militares provoca que tales ejércitos, en el mejor de los casos, sean utilizados como momentáneamente disuasorios frente a la agresión externa y en el peor de los escenarios como azote para sus respectivos pueblos, léase por ejemplo las fuerzas armadas en Guatemala, Bolivia y el Uruguay entre otros.

Se ha criticado con y sin razón que de sexenios para atrás el ejército y marina mexicana realizan tareas más allá de lo que su organización y legislación le señalan. La ayuda en casos de desastres naturales, que la hacen otros ejércitos modernos del mundo, es la manera como el pueblo mexicano puede ponderar el lado amable, cercano y colaborativo de tales fuerzas. Otro ejemplo muy loable, la especialización en ramas profesionales como la medicina, el derecho, las ingenierías y demás especialidades convierten al ejército mexicano en coadyuvante de la educación superior que organiza el estado mexicano. Y respecto a la coyuntura contemporánea, si el ejército está construyendo el nuevo aeropuerto en Santa Lucía es porque sus profesionales tienen la capacidad para hacerlo, pero cuidado. Los comandantes militares y sus subalternos deben cuidar al Ejército, como una institución nacional, de las innegables malas tentaciones que se generan en un proyecto de ingeniería que implica miles de millones de pesos. Son ustedes los soldados los primeros en defender a la institución armada de las malas prácticas, no solamente porque es una obligación ciudadana sino porque dada las experiencias del pasado reciente, estamos torpedeando la última frontera. Estoy de acuerdo, o se defiende a la patria o se le traiciona en muchos frentes.

A los puntuales problemas que hoy tiene la república, el patriotismo que hace mucha falta en nuestro país debe estar por encima de los oscuros intereses que tirios y troyanos por igual, hoy y todos los días, señalan y provocan para hacer más difícil la vida a la buena ciudadanía que se esfuerza diariamente en llevar el sustento a casa.

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