Escribió, Publicó y lo Pescaron

La Tiendita de los Horrores

Por Gerardo Gil

En esta época de quedarse en casa, pocos elementos ayudan a sobrellevar el encierro. El cine, la ficción o acercarse a la lectura y el conocimiento han sido fundamentales. Un buen libro sin lugar a dudas siempre será una buena opción.

A propósito de nada, la autobiografía de Woody Allen, la cual salió a la venta en marzo, justo para acompañar el encierro, es una excelente opción en estos días. Editado en México por Alianza Editores, las 439 páginas que componen el relato dan cuenta de la vida de uno de los directores más importantes en la historia del séptimo arte.  Siempre desde una perspectiva aguda, cáustica, humorística.

En algún punto la autobiografía recuerda a un clásico: El Cine Según Hitchcock , escrito por otro director leyenda:   Francois Truffaut,  en el cual “el amo del suspenso” tiene una visión muy crítica de su obra. En A propósito de nada, Allen ve en retrospectiva su extensa trayectoria, pero siempre con comentarios críticos y en algunos casos nada complacientes de sus trabajos, sobre todo los primeros.

Se va duro contra su primer filme Robó, huyo y lo pescaron, de 1969, Bananas, de 1971, le va un poco mejor a Todo lo que quería saber sobre el sexo pero temía preguntar, en 1972 y reconoce una evolución creativa al realizar Annie Hall, hasta 1977.

Sus inicios en la escena del mundo del Stand Up en bares de medio pelo en Nueva York, sus éxitos como comediante y guionista televisivo, la llegada del éxito que nunca percibe y no se explica, ya que según su dicho no es ningún intelectual y desconoce el por qué es considerado de alguna forma así.

Una infancia en una familia judía de clase media baja, que le sirvió para afinar su humor, además de una trayectoria de estudiante mediocre. El arquetipo de intelectual le llegó, según dice, por su apariencia, aunque no haya tomado un libro hasta su juventud.

La autobiografía tiene un buen ritmo narrativo, de viva voz un humor agudo y guiños con gran parte del lector que conoce su obra. Por supuesto no evade los detalles escabrosos de su vida. Varias páginas son dedicadas al escándalo que mantuvo con Mia Farrow y del cual sigue, según su dicho, sigue pagando consecuencias.

Es quizá esta parte, la más formal y aunque no está exenta de algún sentido del humor, el momento duro del relato: acusaciones de abuso sexual, traiciones, abogados, investigadores. Al lector le queda la sensación, de que lo mejor del libro es cuando se refiere a sus películas, pero este hecho, vaya que resulta un parteaguas en su vida. Cambió el escándalo –ironiza-  a la Civilización Occidental.

Una mirada crítica, despreocupada del qué dirán y bastante lúdica es la que uno se encuentra en A propósito de nada. Por cierto, se lo dedica a Soon Yi de quien dice: la tenía comiendo de la mano y de pronto noté que me faltaba el brazo.

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