En el Pecado se Lleva la Penitencia
Por Horacio Armando Hernández Orozco
“El Engaño” (“The Lie”), película producida por Blumhouse, escrita y dirigida por Veena Sud; con la actuación de Mireille Enos (Rebecca), Peter Sarsgaard (Jay), Joey King (Kayla), Cas Anvar (Sam), Patti Kim (Inspectora Kenji), Nicholas Lea (Detective Barnes) y Devery Jacobs (Britney); proyectada en el TIFF de Toronto de 2018.
Rebecca y Jay, son una pareja divorciada que trata de lidiar con un error que ha cometido su hija Kayla, cuando les confiesa que ha matado a su mejor amiga, una situación que los pondrá al límite de hasta dónde pueden llegar con tal de proteger a su hija.
Remake de la película de intriga alemana “We Monsters”, ahora a cargo de la canadiense Veena Sud, quien explora y explota el eterno dilema de un padre sobre si hacer lo más beneficioso para el mundo y perjudicar a su propio hijo, o al revés, beneficiar al hijo, aunque se perjudique a los demás; el debate entre delatar o encubrir, pero siempre habrá consecuencias en las decisiones.
HIJA DE DIVORCIO
Kayla es una quinceañera que vive entre las diferencias de sus padres, separados recientemente; la mamá, Rebecca, es una mujer profesional e independiente que carga con gran parte de la crianza de la hija, mientras que el papá, Jay, es un músico, un tanto irresponsable, que además tiene como pareja a una joven colega.
La primera impresión que da Kayla, es que se trata de una chica caprichosa y complicada, con actuaciones infantiles, que hacen difícil para el espectador creer hasta dónde puede llegar una adolescente de 15 años en su situación, pues pareciera ser una niña feliz, pero ella es hija de padres divorciados, que están rehaciendo su vida; ella es impopular en el instituto, salvo por una nueva amiga que se ha mudado recientemente a la ciudad.
Los hijos de parejas divorciadas enfrentan varios problemas, entre ellos, sentimientos de tristeza, soledad y depresión y, además, pueden optar por conductas delictivas, de drogadicción, de vagancia o de bajo rendimiento escolar.
Según el INEGI, en México ha ido en aumento el número de divorcios por cada 100 matrimonios el 18.6% se divorcia; además las parejas se casan menos y se divorcian más, eso sin contar a los padres que viven juntos sin un matrimonio de por medio.
MATAR A UNA AMIGA
Jay llevará a su hija a un campamento de danza; a las afueras de la ciudad se cruzan con Britney, la mejor amiga de Kayla, por lo que deciden recogerla y llevarla con ellos; a mitad del camino las adolescentes bajan del auto para hacer del baño, tardan en regresar, Jay escucha a Kayla gritar corre en su ayuda, y le dice que ha empujado por accidente a Britney desde un puente al río semi congelado.
Es complicado pensar y actuar ante una situación así, la lógica impone que se trate de salvar a la menor, o bien pedir ayuda, pero ¿qué hacer cuando tu propia hija te dice que no fue accidental, que la empujó intencionalmente?
Jay se nubla, y se debate entre pedir esa ayuda o proteger a su hija, aparentemente nadie los ha visto, nadie sabe que Britney estaba con ellos, así que huir de ahí e inventar una historia alterna es la mejor opción, pero ¿para quién?
¿ENCUBRIR O DELATAR?
Rebecca se molesta al encontrar a su hija en la casa y piensa que ha manipulado al padre para que no la llevara al campo de danza, pero pronto se entera de lo sucedido, y de inmediato se convierte en cómplice de la situación, no obstante que el ex esposo le dice que contraten al mejor abogado, pero ella lo convence de no hacerlo.
Aquí inician los debates morales y éticos sobre hasta dónde debe llegar la protección de los hijos, hasta dónde deben actuar los padres encubriendo las conductas ilícitas de los hijos.
El artículo 400 del Código Penal Federal, prevé el delito de Encubrimiento, pero no se sancionará a los ascendientes y descendientes consanguíneos o afines, cuando hayan ocultado al delincuente o cuando siendo requeridos por las autoridades, no proporcionen auxilio para la investigación del delito o para la persecución del delincuente.
LA MENTIRA CRECE Y CRECE
Las tensiones entre madre, padre e hija crecen y van en aumento, cuando aparece Sam, padre de Britney, preguntando si han visto a su hija, advirtiendo que le están ocultando algo, pero todo se complica a la llegada de los policías con preguntas y respuestas contradictorias.
Aquí el dilema moral tiene otro enfoque, entre el dolor personal por no afectar el futuro de la hija propia o el dolor ajeno del padre que no encuentra a su hija; y se opta por mentir, siendo que cada mentira llega demasiado lejos y crea una bola de nieve que se vuelve imparable para quienes la generaron y también para quienes se pongan en su camino.
Los padres convergen en que están enseñando a su hija a mentir de por vida, no obstante que siempre han reprimido esa conducta de la menor, pero ella misma le reprocha al padre que él es un gran maestro de la mentira, refiriéndose a las veces que engañó a la mamá.
La película toma los elementos esenciales de cualquier thriller, una mezcla de engaños y traiciones, compuesto con giros finales e inesperados, personajes volubles y emocionalmente inestables: una hija conflictiva, unos padres divorciados con un gran peso de culpa por la infelicidad de su hija, que sin advertirlo son víctimas de sus chantajes, a tal grado, que en vez de hacer lo correcto, deciden ocultar el crimen; o ¿acaso lo correcto sea ocultarlo y no delatarlo?
Manipulación que va más allá de saber si serán capaces de evitar que la policía les descubra, pues las maniobras de la adolescente los orilla a cometer delitos también imperdonables, que no habrá quien los encubra, más cuando al final se dan cuenta de que han sido víctimas de un engaño de la menor.
Lo que mal empieza mal acaba, o como también dicen: las cosas sólo pueden ir a peor, y así se dan para Rebecca y Jay, quienes cegados por querer ayudar a su hija no comprenden las actitudes tan anormales que presenta Kayla, que de un estado de shock pasa a la risa infantil, actuando a veces sin preocupación, como si nada hubiera pasado.
Probablemente, todo el mundo puede entender la reacción inicial de los padres al ver lo que ha hecho su hija, y por no querer arruinarle la vida a la menor, arruinan la suya; pero ¿hasta dónde debe llegar un padre para defender a su hijo? ¿cuáles son las verdaderas fronteras de la moralidad en defensa de conductas delictivas de los hijos?
La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…