Por Jesús Michel Narváez
A Porfirio Muñoz Ledo se le puede llamar como quiera, señalarlo e incluso acusarlo sin fundamento; lo que no le puede negar es un defensa de la democracia, no de los partidos, sino del fortalecimiento democrático que ha brindado a México desde hace 30 años.
A Mario Delgado no se le encuentra por dónde felicitarlo. Cuando secretario de Finanzas del Distrito Federal durante los primeros cuatro años del ejercicio gubernamental de Marcelo Ebrard fue el negociador de los multimillonarios créditos del exterior que se utilizaron para la construcción de la bautizada originalmente como la “Línea Dorada” y terminó en la “Línea de Cobre”. Como senador fue un acérrimo enemigo de la militarización y cuestionó y condenó el uso de las fuerzas armadas para combatir el narcotráfico y al crimen organizado. Hoy es aplaudidor de que la milicia patrulle todos los rincones de la patria.
A Muñoz Ledo se le niegan méritos obtenidos con su talento y trabajo.
A Delgado se le recrimina haber entregado la Cámara de Diputados al Presidente de la República con lo que el Legislativo, cuando menos la mitad del Congreso de la Unión, se doblegó.
Conocida la decisión del Consejo General del INE para realizar la tercera encuesta que permita la renovación de la presidencia del CEN de Morena, Muñoz Ledo me explicaba ayer que ha solicitado audiencia con el consejero presidente, Lorenzo Córdova Vianello y es momento que no se la concede. ¿Para qué quiere verlo? Para saber la metodología y a quienes desde la UNAM y el IPN participarán como los científicos matemáticos que determinarán la suerte política de uno de los escasos pensantes en el mosaico del poder público.
Muñoz Ledo me comentó que se va de la política en el momento preciso y sin generar alboroto. Le creo.
También ayer charle con la senadora y de hecho secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, y reconoció que en Morena hay heridas que serán difíciles de curar y por ello propone una mesa de negociación entre cuatro actores: Muñoz Ledo, Delgado, Alfonso Ramírez Cuéllar y la propia Hernández. Busca que el dialogo se desarrolle y se llegue a conclusiones serenas y de altura. La más importante: que los contendientes por la presidencia del partido acepten los resultados. Y la otra sobresaliente: que Morena realice dos encuestas espejo y si los resultados son similares a los del INE, que se acepten sin más dificultad y con altura de miras.
Nada fácil que Muñoz Ledo y Delgado abandonen sus posturas. El primero, porque la razón le asiste; el segundo, porque la ambición obnubila el pensamiento.
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