Por Jesús Michel Narváez
Agustín Carstens es un personaje reconocido en el mundo de las finanzas. Y decir mundo, es literal. Ha sido subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional y hoy despacha como el gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), la institución financiera más antigua del mundo y que agrupa a 60 bancos centrales. El reconocimiento que tiene no es gratuito. Se lo ha ganado por sus conocimientos y su vasta experiencia.
Aquí, en su país, desempeñó los dos más altos cargos en materia financiera: Secretario de Hacienda y gobernador del Banco de México. Y se fue porque la oferta que le hicieron desde Basilea, Suiza, no llegan todos los días.
Y como el líder de los banqueros de 60 países, tiene voz y voto para opinar sobre el estado económico de las naciones. Por eso sus declaraciones en una conferencia organizada por un banco global, calaron. En concreto dijo que la crisis económica ocasionada por el Covid-19 va a durar más de lo que se pensaba y a pesar de las medidas aplicadas por los gobiernos, llegará un momento en que serán inevitables las bancarrotas.
“Al principio se pensaba que la crisis iba a ser transitoria, pero ha durado más y va a durar aún más. Por tanto, la mayoría de los gobiernos intentan evitar efectos excesivos. Muchos paquetes se iban a ver interrumpidos en este momento, pero la mayoría de los países han tenido el buen sentido de extender. Llegará el momento en que la acción gubernamental sencillamente no pueda prevenir el incremento de bancarrotas. El cambio en el entorno económico dará lugar a una reasignación ineludible de recursos”.
Por supuesto las palabras no gustaron en México y desde Palacio Nacional se generó la respuesta: “En esa visión de la estrategia que ellos han aplicado, las economías no han reaccionado, a pesar de los estímulos. No creo que (Carstens) se haya referido a nosotros, porque no soltamos dinero a empresas. Los apoyos fueron abajo, las remesas nos ayudaron mucho. No creo que se haya referido a lo nuestro, sino en lo general”, comentó el presidente López para añadir: “Él (Carstens) se refería a que en varios países se aplicó la receta de dar prórrogas en el pago de impuestos, rescatar a empresas, contratar deuda y eso la verdad es que no ha servido. Si fue en ese sentido, tiene razón, porque en Europa y Estados Unidos optaron por eso y no se ve tan clara la recuperación económica para todo lo que le metieron”.
¿Aquí sí se ve, se siente, la economía está creciente?
Por primera ocasión al mandatario mexicano le asiste toda la razón: aquí no se estimuló a quienes generan empleo, tampoco se prorrogaron plazos para el pago de impuestos y menos se “rescataron” grandes empresas.
Admitir que las “remesas nos ayudaron mucho” es muestra de la debilidad de la economía mexicana y del mal manejo que se ha hecho en la crisis económica. No queda claro cómo cooperaron los remeseros con el país, porque desde hace cuando menos tres lustros llegan los miles de millones de dólares y la pobreza no se ha reducido. La crisis sanitaria incrementó el número de pobres y la admite el INEGI.
¿Cuál es la fórmula que está funcionando en México? Hasta ahora se conoce de palabrea algo que el presidente de la República denomina como “economía moral” y que ya anunció patentará, pero nadie sabe para qué sirve, con que se come o en donde se unta.
Suponer que Carstens habla sin fundamento, es no saber del manejo de las finanzas públicas y privadas. Usted saque sus conclusiones.
Y menos cuando casi se hace fiesta por la caída del PIB, acrónimo inventado por los neoliberales. Tan, tan.
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