Por Emilio Hill
Referente es destino ¿o era infancia? En fin, para el caso da lo mismo. Y es que en medio de la dictadura de la cultura pop, propia de la civilización del espectáculo, como lo apunta Mario Vargas Llosa en el libro del mismo nombre ya no hay una separación clara entre cultura y entretenimiento. La idea inicial es del teórico político el francés Guy Debord.
Esta idea bajo la cual se rige la sociedad, fue descubierta en la década de los sesenta, época de muchos cambios y en la que de alguna forma la masa toma cierto protagonismo. Hoy en día la protesta es moneda corriente y para estar actualizado, y a la moda, se debe tener una causa pública que ventilar.
El caso es que está voz pública va acompaña de referentes culturales, en su mayoría cercanos al consumo. Los medios de comunicación, sobre todo los dedicados al entretenimiento, toman entonces un protagonismo que antes no era tan visible: películas, series, estrellas que abren la boca para opinar en cualquier clase de tema que los ubique en la corrección política. En fin. Y los comics – las historietas pues- no pueden faltar en esta circunstancia.
Dicta la teoría de la comunicación que el medio es el mensaje. Lo anterior se ve de forma clara y concisa en el documental Novaro, El Coloso Mexicano (Andrés Pardo, 2017). En el filme vemos desfilar ante la cámara a diversos promotores de una parte de la vida cultural mexicana – pero en su línea pop- y contar lo importante que fue para ellos y su generación. Editorial Novaro, la cual trajo durante décadas la versión en español de personajes de la ficción, emblemáticos a nivel mundial como Batman, Superman, Flash. Es recordada sobre todo por editar el sello de DC Comics, aunque no exclusivamente.
El documental cuenta como Luis Novaro Novaro, de origen italiano pero radicado en México, fundó a principios de los cincuenta la editorial que sería fundamental en la formación y cultura de muchos mexicanos, sobre todo los de clase media. Porque la épica que narra cómo se construye un coloso editorial, resulta secundaria. Lo fundamental es la penetración e influencia que tuvo la llegada de personajes del mundo pop en Estados Unidos a México e incluso buena parta de habla hispana.
Y es ahí donde rinden testimonio coleccionistas conocidos en el mundillo del comic como Luis Gantus –fundador de la Conque, una convención de comics muy importante e investigador de la historieta mexicana-, a Juan Manuel Aurrecoechea, autor del libro El episodio perdido (Cineteca Nacional, 2004) sobre la historia del cine de animación en México y hasta al emblemático autor Sixto Valencia Burgos, padre digamos putativo de Memín Pinguín, luego de su autora Yolanda Vargas Dulché.
El documental traza entre otras cosas, la influencia de la editorial en la creación de mentalidades y aspiraciones de la clase media mexicana. La neutralidad del lenguaje en las traducciones que reflejaban incluso una posición política algo conservadora y la llegada de la cultura de masas que penetraba en las infancias sesenteras, setenteras y ochenteras.
La editorial en pocas palabras, enseñó a leer a los niños y niñas de la clase media mexicana. Así de profundo.
Novaro. El coloso Mexicano, no se queda en la mera anécdota del empresario que crea un emporio. Es en realidad una radiografía de la semilla que engendró las aspiraciones de consumo y de forma de ser de una parta de los mexicanos.
Hay incluso una sutil crítica acompañada de un cariño cercano a la añoranza. Para chavorrucos el documental es indispensable.