Por Jesús Michel Narváez
Tanto afirmar que en la Ciudad de México se vive una transformación que se refleja en la seguridad de los ciudadanos que la habitamos y viene el balde de agua helada sin estar en invierno.
Resulta que Claudia Sheinbaum, titular del gobierno capitalino, recibió una amenaza de muerte. Los datos fueron corroborados por la Fiscalía General de la CdMx, cuya titular Ernestina Godoy tiene la responsabilidad de investigar la veracidad del hecho.
En un escueto comunicado, la FGCdMx dio a conocer que inició una investigación sobre el origen del supuesto mensaje mismo que fue recibido por medio del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5).
Debe sorprendernos, sí, porque es la gobernadora de la Capital del País y hace un par de meses su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch sufrió un atentado que puso su vida en peligro. El propio funcionario atribuyó el ataque al Cártel Jalisco Nueva Generación. Sin embargo, hasta el momento no se han presentado las pruebas que comprueben la participación del grupo criminal o de otros.
Después de que el presidente López felicitó a Sheinbaum y afirmara que desde que inició como Jefa de Gobierno la delincuencia y la violencia se han reducido, ocurre la amenaza. Por supuesto, omitió admitir que en la zona de Periférico Sur en donde se ubica una de las plazas comerciales con mejores tiendas de marca, ocurrió un sangriento hecho que tampoco ha sido del todo esclarecido. Y olvidó que en el reporte del Secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública las cifras no indican reducción de eventos delictivos. Al contrario, el índice va al alza.
Si a los funcionarios de más alto rango en la Ciudad de México se les considera objetivos por los criminales, hay que suponer lo que harían con los simples y mortales habitantes que carecemos de escoltas, de atención inmediata y de seguridad por donde quiera que nos movamos.
Con la “nueva estrategia de seguridad” que obliga a que el gabinete seguridad se reúna todas las mañanas a partir de las 6 horas, las cosas no han cambiado en nada. La violencia y la inseguridad están presentes, se dejan sentir y nada se hace o se hace mal para regresar la tranquilidad de los ciudadanos.
Ojalá y esta amenaza –deberíamos decir presunta- no pase a mayores pero que sirva para que el miedo personal haga reflexionar en que no todo es miel sobre hojuelas y que los capitalinos vivimos con el Jesús en la boca al salir de casa, circular por las calles de la Capital, al ir a un restaurante, al regresar al domicilio.
La realidad supera los discursos triunfalistas, ni duda cabe.
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