Por Jesús Michel Narváez
Las epidemias no vienen solas. Siempre traen pareja y juntas hacen una tragedia.
Aunque el daño será para todo mundo, me interesa lo que le ocurrirá a México.
No intento ni con mucho poner en tela de duda la afirmación presidencial de que habrá recursos para atender a los más necesitados, porque insiste en que durante su gobierno y con la lucha contra la corrupción, cuenta con dinero en caja.
Por supuesto que su declaración de que cuando menos el 70% de quienes están inscritos en los programas sociales recibirán lo que les corresponde, genera dudas.
¿Qué pasará con el otro 30%?
Pero más dudas produce saber que dice tener reservas y no quiero imaginar si se refiere a las que guarda el Banco de México.
Por ley no puede disponer de las reservas internacionales para obras, salarios y demás.
Ignoro en dónde están las reservas, porque ya echó mano o está por hacerlo de lo que había en los fideicomisos y que se habla de una suma de alrededor de 700 mil millones de pesos.
Supongo que no está pensando en utilizar el dinero depositado por los trabajadores en las Afores. Esos recursos son propiedad de quiénes durante años han realizado aportaciones para su vejez.
El coronavirus primero y después la brutal caída en los petroprecios tienen al mundo rezándole a todos los santos para qué terminé la tragedia.
En el caso de México no se advierte programa alguno anti cíclico para enfrentar las crisis sanitaria y económica a la que muy seguramente se sumará la política.
¿Qué hacer para sanar al enfermo que está en terapia intensiva y solamente hay aspirinas?
No lo sé. Ojalá que en los otros datos que tiene el presidente esté la respuesta y que millones de mexicanos vuelvan a sentir tranquilidad porque conservaron su empleo y aún están vivos.