Los Polos a Escena

500 años de frío, Javier Peláez. Editorial: Crítica, 2019. /
Héroes de la Antártida, Javier Cacho Gómez. Editorial: Fórcola, 2019.

Por David Marklimo

Formaba parte del ser niño el leer historias de aventuras, imaginarse como protagonista en lugares remotos, salvando la situación, como si uno fuese Sandokán. En ese territorio infantil, ir a los Polos del planeta ocupaba un lugar extraordinario. Imaginarse en una tierra hecha de hielo, observar las ballenas, las orcas, los osos y, en el caso del sur, los pingüinos, usar los lentes, el gorro, el chamarrón para evitar el congelamiento, las botas para caminar en el hielo…

Evidentemente, al crecer uno no logra ir al África y, menos a los polos. Pero el placer de la lectura ha quedado ya instalado y con ello ese recuerdo de ser Livingstone o encontrar las Minas del Rey Salomón. En estos días han salido al mercado dos libros sobre los polos de la Tierra, recuperando ese espíritu de aventuras que tanto enamoraban a un niño.

Javier Cacho, ha escrito Héroes de la Antártida, donde nos cuenta la historia del descubrimiento del continente blanco con esa carrera entre Roald Amundsen y Robert Scott, por ser el primer ser humano en llegar al Polo Sur.

También ha salido otro libro, de otro Javier, en este caso Peláez, un divulgador científico que tituló a su obra 500 años de Frío, la Gran Aventura del Ártico. La exploración del Polo Norte no ha sido tan complicada como la de la Antartida -Piteas, el célebre marino griego ya se preguntaba qué diablos había al Norte y los vikingos de Leaf Eriksson sabían navegar bastante bien entre los hielos-, hay que decirlo, pero ha sido víctima del más grande fraude de la exploración: Robert Peary dijo que llegó al Polo, pero sus cifras, revisadas años después, simplemente no cuadraban.

Ambos libros hablan sí, de la exploración, de cómo la curiosidad puede más que la comodidad, pero es importante hacer varias diferencias: el Polo Norte es un mar congelado, mientras que el Polo Sur es una enorme isla cubierta de hielo y rodeada de mares que se congelan y descongelan cada año. La historia de estos sitios sirve para explicar la grandísima batalla geopolítica que se libra en torno a su soberanía. ¿Quién debe ser quien gobierne los polos? En el caso del Norte, la disputa viene dada por las implicaciones al comercio, el paso del Norte; en el Sur, en cambio, se habla de la explotación de innumerables recursos (gas, petroleo). Curiosamente, las potencias que tienen intereses en estas regiones son más o menos las mismas que financiaron la exploración: Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Francia, Noruega, Canadá, Dinamarca…

Por supuesto, leyendo estos libros también surge hay una lectura en términos de Teoría al desarrollo: en los siglos posteriores a Colón, nunca se dudó que existiera el Norte, mientras que, con el Sur, siempre habían quedado dudas.

Ahora bien, la era de aventuras se acabó. No sólo es que ya no queda tierra por explorar, es que los territorios de los que hablan los libros ya no existen o están sumamente disminuidos. Los polos son la primera línea en cuanto al calentamiento global. Si alguien duda de que no existe, debería fijarse entonces en los estragos que innumerables especies están padeciendo. También, ya se ha documentado suficiente qué sucedería si los hielos polares, casquetes, se derriten. El nivel del mar subiría exponencialmente y países como España, Italia, Grecia o las paradisíacas islas del Caribe, quedarían sumergidos. Igual con las regiones peninsulares de nuestro país.

Debería servir el recuerdo de la infancia para ponerse las manos a la obra. La nueva era de la exploración, quizá, sea la del ecologismo.

 

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