Por Emilio Hill
Si algo salva, apenas con mediano decoro, a Socias en Guerra (Miguel Arteta, 2019) es que la compatriota Salma Hayek, tiene vis cómica. Y el largometraje abusa del recurso.
De medianas a bajas ambiciones, el largometraje protagonizado por Rosa Byrne y Tiffany Haddish tiene la estructura de un sitcom, y gags que rayan en lo capulinezco. Arteta navega de paso y con flojera y no logra feminizar el género de la buddy film (comedia protagonizada por dos amigos).
El cine norteamericano, tiene muy buenos ejemplos de este estilo de comedia cinematográfica, basta recordar la mítica pareja Stan Laurel y Oliver Hardy (en México el Gordo y el Flaco). O bien, un filme emblemático de la cultura popular: Los Hermanos Caradura (The Blues Brothers, John Landis, 1980).
La desgracia para Socias en Guerra (Like a Boss), es que Arteta, su director, no es ni de lejos Landis. La agudeza y parodia, con un dejo de cierto humor subido de tono que envuelve a Los Hermanos Caradura, se traduce a nivel genérico dentro de un universo femenino, en chistes y circunstancias más bien bobas, que harían palidecer a cualquier negado guionista del otrora Canal de las Estrellas.
Gestos exagerados, actores subidos de registro aun para el tono de comedia y una premisa básica, son los elementos del filme. Lo básico de lo básico pues.
Dos amigas, que rayan ya, medio chava rucas, son dueñas de un salón de belleza. Mia (Tiffany Haddish) y Mel (Rosa Byrne), se conocen desde niñas y presumen que su unión fraterna está por encima de cualquier circunstancia. Fuman mariguana en fiestas cual chavitas de prepa, se burlan de sus respectivos novios y amantes de ocasión y sobre todo se acompañan y escuchan.
Pero el negocio que las dos amigas han puesto, el alón Mel & Mía, se encuentra a punto de la bancarrota. Aun no les cae el veinte, cuando reciben la oferta de la poderosa millonaria de la industria cosmética Claire Luna (Salma Hayek) de comprar buena parte de su empresa.
Para que la oferta no sea tan ventajosa a favor de la empresaria, las amigas, deben jurar que no se pelearán en el proceso de crear un emporio. Y ahí entra la labor de Claire, quien sin el menor remordimiento de conciencia y para sacar ventaja económica, se dedicará a pervertir al pueblo bueno. Su misión será que las grandes cuatas y socias destruyan su añeja relación.
Carente de ritmo, el filme pudiera ser protagonizado por cualquier dupla de comediantes. El asunto que sean un par de actrices funciona solo como rebote publicitario o en el mejor de los casos es la mera capa.
Y lo es también, que una de las amigas sea afroamericana, Haddish y la otra, Byrne, una blanca de poca gracia para bailar.
En fin, que a la película la saca a flote un par de gags, realizados por la Hayek, que se nota le hecho flojera y no le costó demasiado trabajo su papel.