Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón
Lo que para la ciencia y la sociedad es una excelente noticia, para algunos gobernantes no siempre es así, sobre todo cuando se trata de reformar los sistemas pensionarios.
Gracias a los avances científicos la expectativa de vida de la población mundial ha aumentado. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida en el mundo aumentó 5.5 años entre 200 y 2016.
La situación anterior causa un efecto económico adverso en los sistemas de pensiones cuyas reformas que implican un alto costo político para los presidentes.
Diversas protestas de los ciudadanos contra las reformas a los sistemas pensionarios se han registrado en varios países latinoamericanos y europeos, en los últimos años.
Las más recientes y que sin duda marcarán el cierre de 2019, son las registradas en Francia, país donde los pensionados no quieren perder el alto nivel de vida que tienen, superior al que tenían cuando estaban en activo.
Sin embargo, esta bonanza pensionaria ha provocado que el déficit de los fondos de pensiones vaya en constante aumento, se prevé que podría alcanzar los 17 mil millones en 2025.
Ante esta situación el gobierno francés pretende reformar el sistema pensionario, tarea nada fácil. La última vez que intentó fue a finales de 1995, el 5 de diciembre comenzaron las manifestaciones. Unas semanas después la reforma fue retirada.
Hoy la situación es la misma, las modificaciones propuestas por el presidente Macron ha desatado el malestar de los ciudadanos y el enojo de los sindicatos lo que ha llevado millones de franceses a ocupar las calles.
El presidente francés no es el único. Situación similar vivió, al finalizar el primer semestre del 2019, el presidente brasileño Jair Bolsonaro, cuando presentó al Congreso su reforma al sistema pensionario.
Movimientos sociales y sindicatos en Brasil llevaron a cabo una huelga general en contra de la propuesta presidencial, la popularidad del mandatario paso del 55 al 30 por ciento.
El país sudamericano requería urgentemente una reforma pues busca ponerle fin a un insostenible régimen público de jubilaciones.
En junio de 2018, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, presentó ante el Congreso -con la oposición de la mayoría de los ciudadanos- su propuesta de incrementar la edad de jubilación de 55 a 63 años para las mujeres y de 60 a 65 años para los hombres. La popularidad del presidente cayó 15 puntos.
Desde el 14 de junio, fecha en la que el Gobierno aprobó sus planes, la popularidad de Putin bajo, de 78% a 63.4% el 24 de junio, según una encuesta del Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública. En el mismo período, la popularidad del Gobierno bajó del 48.4% al 37.1%, según el mismo sondeo.
Y aunque en Chile no se hicieron reformas, la necesidad de mejorar los sistemas de pensiones fue uno de los temas más demandados por los ciudadanos desde el 18 de octubre pasado, fecha en que estalló la crisis política y social en ese país.
La presión social, con marchas y mítines fue tal, que el gobierno de Sebastián Piñeira y los parlamentarios opositores se vieron en la necesidad de implementar una ley para aumentar las pensiones.
En México, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha mencionado la intención del primer mandatario de reformar el sistema de pensiones. Se prevé sea una reestructuración profunda. La respuesta de los ciudadanos es imprevisible, hasta ahora las modificaciones hechas no han levantado ninguna protesta. Los trabajadores las han aceptado pacientemente.