Una Joya en los Altos de Chiapas: Entre Totziles, Tzeltales y Chamulas

Reportaje

Por Susana Vega López, Enviada

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis.- Este Pueblo Mágico, conocido como la joya de la corona chiapaneca, es naturalmente encantador por varias razones: el colorido de sus casas con sus rojos tejados; sus limpias calles, su artesanía multicolor, sus paisajes, su gastronomía, sus tradiciones, sus usos y costumbres pero sobre todo, por su gente que es hospitalaria, amable y generosa.

“Sancris”, como cariñosamente le llaman los coletos  (así les dicen a quienes viven en San Cristóbal aunque también sancristobalenses o joveleños), amanece tranquilo y frío. A medida que se asoma el sol, sus rayos calientan el ambiente por lo que es necesario buscar el refugio de la sombra. El canto incansable de los pájaros que regresan a sus nidos anuncia el atardecer que se pinta de naranjas, rojos, amarillos, azules y violetas. La noche llega inesperadamente con las estrellas al fondo.

Miles de turistas de todo el mundo se sorprenden, conviven y se mezclan con las culturas vivas que llegan de las inmediaciones del mayor centro urbano de la región de los Altos de Chiapas y el tercero más poblado de los 119 municipios que conforman el estado en donde se calcula que son alrededor de 30 etnias mayas las que confluyen.

En San Cristóbal de las Casas resaltan totziles, tzeltales y chamulas que deambulan día y noche con mercancía que ofrecen a los visitantes entre las que destacan los bordados con motivos de flores, aves, animales, grecas o figuras geométricas que estampan en blusas, vestidos, separadores de libros, aretes, muñecas de trapo de diversos tamaños, cinturones, diademas, “pasillos” y carpetas, por citar algunos.

También abundan los vendedores de ámbar ya que esta piedra semipreciosa es muy solicitada por turistas porque, dicen, evita el “mal de ojo” y “las malas vibras” al eliminar las energías negativas. Si un bebé comienza a dentar le ponen una pulsera, collar o un dije hecho con piedras de ámbar; si alguno sufre de dolor de garganta o de cabeza se remedia con una gargantilla o collar, así como un par de aretes. El ámbar previene pesadillas y logra la paz interior. Se recomienda su uso a quienes sufren de depresión, quita miedos y es de buena suerte.

Por cierto, cuando vayas a “Sancris”, visita el Museo del Ámbar donde te explican todo lo relacionado a esta resina vegetal fosilizada que proviene de la exudación de árboles del género Hymenaea que existieron hace más de 25 millones de años y que son de la familia del árbol Guapinol (H.courbaril) que fue el que lo reemplazó, entre otros datos.

Además, te dicen cómo reconocer cuando es ámbar y no plástico o vidrio: se le pone luz ultravioleta y su color se torna fluorescente; una segunda prueba es que si la pones en un recipiente con agua y sal, no se sumerge, sino que flota. Una tercera prueba es que si se le acerca fuego de inmediato se enciende o quema al tiempo que emite humo con olor a resina.

Entre otros museos que puedes visitar están: el de Café, donde se cuenta la llegada de esta planta a México, el proceso de sembrado, las diferentes clases y la venta del grano; el del Cacao, que cuenta con visitas guiadas para dar a conocer todo en torno al chocolate; el de jade en donde se exhiben piezas extraordinarias de valor incalculable; o el de Metalistería, donde el maestro artesano Guadalupe Hermosillo exhibe su famosa obra del Árbol de la Vida y la Cruz de la Pasión de Cristo realizada en metal.

No dejes de visitar el Orquideario y Reserva Ecológica Moxviquil, un jardín botánico, una reserva natural donde se aprecian estas flores que llegan a medir apenas unos cuantos milímetros y hasta metros. Aquí se realizan caminatas para la observación de aves con guías especializados.

Y si de comida se trata, pide asado coleto preparado con lomo de puerco en salsa de chiles guajillo y ancho; sopa de fiesta, que es un platillo característico de los coletos que lleva pan francés, plátano macho frito, zanahoria, calabaza, chícharos, almendra, huevo cocido, cebolla y elote con un fondo (caldo) de pollo; prueba cueza con huevo, la sopa goteada, guajolote en mole coleto, o el chimbo, un dulce coleto.

Por su clima templado y su ubicación geográfica, el valle de Jovel fue escogido por Diego Mazariegos para fundar, en 1528, la Ciudad Real de Chiapa, ahora San Cristóbal, pero, sin duda, lo que le dio fama y proyección mundial a este poblado fue el movimiento zapatista de 1994 que este año cumplió 25 años cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) comenzó su lucha.

Cabe recordar que el Hotel Casa Vieja fue el escenario escogido por el subcomandante Marcos para dar allí y sólo allí, sus conferencias de prensa y difundir las causas de su movimiento. A este respecto, en Casa Vieja -lugar donde también se hicieron las principales negociaciones entre las autoridades y los representantes de los indígenas- se tiene pensado realizar una conmemoración especial para los 30 años del aniversario de esta la lucha.

Mientras tanto, en la calle los indígenas caminan orgullosos con sus típicos atuendos y se mezclan con gente de la ciudad, hippies y turistas quienes portan ropa de diseñador, de tiendas comerciales. Así, se ven mujeres chamulas con su falda a los tobillos realizada en lana; se dice que entre más largo sea el pelo del animal con que se hizo la prenda, más posición económica tiene la familia pues una vestimenta llega a costar hasta 20 mil pesos.

La vida nocturna es incesante y por los tres corredores peatonales se encuentran hoteles, restaurantes, museos, casonas coloniales, bares y comercio de toda índole, por lo que podemos decir que a San Cristóbal lo tienes que visitar.

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