Por Emilio Hill
Tres aspectos distinguen a La Cabaña siniestra (The Lodge, Veronika Franz, Severin Fiala, 2019). En primer lugar, un manejo del false-horror, que dotan al filme de buenas vueltas de tuerca y un manejo genérico que juega con el espectador a su antojo, lo cual el respetable agradece.
En segundo lugar, una torva psicología de los personajes, los cuales nunca dejan claro que posición tienen ante el público. El cual, diluye o crea su empatía conforme avanza la trama. Lo anterior, es trabajo del guionista, sobre todo con experiencia televisiva Sergio Casci – en colaboración con dos directores-.
Y en tercer lugar, la efectividad técnica al servicio de la trama. Sobresale la fotografía de Thimios Bakatakis que se ahoga en espacios cerrados, los cuales por momentos se acercan a cierta locura.
Habría que agregar un par de elementos más: la invitación a que el espectador recurra a sus impulsos naturales para generar miedo y estar acorde con la propuesta del filme, y por otro lado, aunque parezca paradójico, una estilización dentro del gusto del cine de horror y terror.
Y es que The Lodge – La Cabaña por su título en inglés, el cual resulta mucho más sutil que la literal suma de siniestra –se sostiene en lo básico: las pulsiones de un cuento clásico con niños indefensos– en apariencia y bruja incluida. Esto nos remonta incluso a las torvas historias de los Hermanos Grimm, con Hansel y Gretel incluidos.
Por otro lado, una estilización técnica y narrativa que le exige al espectador no dormirse en lo elemental para adentrarse en una trama psicológica.
El apocado pero medio egoísta Richard (Richard Armitage), le pide el divorcio a la histérica Laura (Alicia Silverstone) quien tiene una fugaz reaparición en la ligas medianas con esta película. La mujer da permiso a sus hijos preadolescentes Aiden (Jaeden Martell) y Mia (Lia McHugh) de comprar dulces sin colorantes ni químicos y al llegar a su casa se suicida.
Poco tiempo después, el hombre la avisará a sus retoños que se casará con Grace (Riley Keough) rara, rara, rara y quien para colmo de niña perteneció a una secta de la cual su padre era el líder. Lo anterior, lo investigan los peques de marras.
Richard organiza una reunión en una cabaña –siniestra claro- para pasar un fin de semana, pero debe dejar a su nueva y forzada familia ya que debe resolver un asunto laboral. Lo demás, es lo de menos.
El referente del filme –citado mil veces en todo tipo de críticas- es Buenas noches mamá (Franz, Fiala, 2015) pero la lista puede ser larga e incluye El resplandor (Kubrick, 1980). Lugar común, ya que la película recurre y se sostiene en lo básico: las leyendas infantiles al estilo Grimm y es fiel a su espíritu.
En todo caso, The Lodge – o La cabaña siniestra- juega con los géneros al dar vueltas de tuerca y apela a dos polos en apariencia opuestos: las emociones básicas y la inteligencia del espectador.
De lo mejor de la semana, aunque no esté en todos los cines.