La Ciudad y el Miedo

Por Alberto F. Mena Mallén

La inseguridad y la disminución en la calidad de vida de la población capitalina generan que el miedo esté presente cada día en nuestras actividades diarias.

Ello provoca, a través de un proceso, que los sentidos reconozcan el peligro, llevándolo al cerebro para ser interpretado, y de ahí pasa al sistema límbico que se encarga de regular las emociones del ser humano. Como consecuencia, se activa la amígdala que se encarga de liberar el miedo, y es cuando se producen diferentes síntomas o reacciones en el ser vivo: aumento en el ritmo cardíaco, en la glucosa de la sangre, de la velocidad en el metabolismo, de la adrenalina, aceleración de la respiración, contracción muscular y dilatación de la pupila. Y para quienes tienen alguna enfermedad, las cosas van de mal en peor.

El miedo provoca sensación de alerta o de alarma de extrema importancia para la sobrevivencia de los seres vivos, especialmente para el ser humano. Existen diferentes tipos y niveles de miedo, que pueden ir desde una ligera ansiedad hasta un pavor total, la respuesta del organismo se presenta de diferentes modos de acuerdo con la intensidad del miedo.

Pero cuando el miedo pasa a ser patológico, es decir, cuando afecta profundamente al individuo a nivel físico, psicológico y social, los especialistas pueden diagnosticar a la persona como portadora de un tipo de fobia. Las personas pueden desenvolver diferentes tipos de fobias por diferentes motivos y uno de tantos es el de la muerte que se conoce como acrofobia.

Hay miedos de todo tipo, pero los que constantemente nos afectan son por la inseguridad en la Ciudad de México, que gobierna la científica Claudia Sheinbaum y en el Estado de México, en su zona conurbada, con Alfredo del Mazo Maza, -que poco han hecho en este sentido-, es el más común entre las personas, ya que cada día que se sube uno al transporte público, desconoce cuándo será asaltado por rufianes que viven fácilmente de los demás.

No pasa día sin que aparezca en las noticias que tal o cual combi o pesera tuvo un percance de este tipo, o robos en el Metro o Metrobús, incluso en aglomeraciones en dichos transportes o en festejos o eventos públicos donde existen miles de personas que acuden dizque a disfrutar de los espectáculos y de donde salen sin celular o carteras con identificaciones que en muchas ocasiones les sirve a los delincuentes para cometer más ilícitos.

Y el pánico que generan las noticias cuando hay secuestros o asaltos a las mujeres que, muchos de ellos terminan con el asesinato de quienes tienen la mala fortuna de utilizar taxis públicos o de plataforma de internet.

Muchas mujeres al hablar de sus experiencias con otras, transmiten el miedo que les provoca este tipo de violencia y que queda en lo más profundo de su conciencia, lo que a su vez van a diario con el temor a sus lugares de destino.

Y esto es menor comparado con homicidios y asesinatos, o secuestros o extorsiones que también se dan al por mayor en la metrópoli y no se diga a los robos a casas-habitación, donde a los inquilinos que tienen la mala suerte de ser escogido por los maleantes, se les quitan, si bien les va, los objetos de mayor valor, pero si los pillos tienen tiempo, hasta vacía queda la vivienda. Y no se diga de los robos en las calles a transeúntes, quienes por lo regular pierden su teléfono móvil y el poco dinero que puedan portar en sus carteras.

Ahora hablemos del miedo que da la inseguridad en el trabajo, cuando se presentan oleadas de comentarios en el sentido de que habrá recortes de personal o despidos por tal o cual motivo, lo que ya hubo en la 4T, donde se utilizaron sistemas muy agresivos para alcanzar metas propuestas por Andrés Manuel López Obrador, donde no se respetaron a muchos trabajadores que no eran “fifis” o no tenían altos cargos de dirección. Lo mismo sucedió en el gobierno de la capital del país.

Hay mucha gente que salió perjudicada, particularmente quienes son jefes de familia que tuvieron que buscar alternativas en el sector informal para poder salir adelante en los gastos hogareños, en donde muchos han tenido la suerte de, cuando menos, sacar para alimentarse o pagar la renta.

Y qué decir de los servicios médicos, donde las instituciones públicas van de mal en peor, ya que cuando uno requiere de algún apoyo, regularmente hay que pagar, por ejemplo para diversos análisis que se requieren para que el médico pueda emitir su diagnóstico de la forma más rápida posible, ya que los que proporcionan dichas instituciones se otorgan de forma muy espaciada que de nada sirven cuando uno ya se murió o de plano se agravó el mal que pretenden curar más rápido.

Es por ello que las personas tienen que gastar en servicios particulares que de ninguna forma son baratos, ya que por lo menos tiene uno que erogar de 500 pesos a mayores cantidades dependiendo el asunto de que se trate y ello en clínicas pequeñas que tienen el conocimiento de las deficiencias en los servicios públicos, para ofrecer sus servicios que no son baratos, pero tampoco caros.

Podemos también referirnos a los asaltos en carreteras, que se presenten muy seguido, donde si sale uno regularmente librado de los asaltantes, por lo menos se roban las pertenencias, y si les va peor, hasta el vehículo se llevan con todo y equipaje o carga que se traslade, sin dejar a un lado las muertes de quienes tienen la escasa fortuna de toparse con gente que se dedica a estas actividades ilícitas.

Hasta para ir a pagar, depositar o retirar efectivo a bancos, tiene uno miedo, no sea que aparezca algún delincuente que quiere las cosas fáciles, y que se lleve dinero fácil y que deja a quien es asaltado con un coraje marca “ACME”, que no se quita nunca, solo de recordar la mala experiencia que se tiene en este tipo de casos y de conocer que poco hacen las autoridades por solucionar este grave problema que nos aqueja todos los días a los ciudadanos que habitamos estas zonas del país.

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