*Nadie, Partido o Persona le Hace Sombra; no Castigará a Corruptos
Por Miguel A. Rocha Valencia
Claro que estoy preocupado; López Obrador enterró su 4T al afirmar que no enjuiciará ni encarcelará a los grandes delincuentes “porque sería desestabilizar al país”.
Es decir, no va a cumplir a quienes creyeron en él, o lo hará a medias. Una cosa es combatir la corrupción, desterrarla y otra castigarla. Eso significa que, deberemos conformarnos con ver a los grandes ladrones, a los personeros de la mafia en el poder, los saqueadores y corruptos, quedar protegidos por un manto de impunidad.
Los veremos burlarse de la ley y la justicia, confirmando con ello que la transición fue pactada.
López Obrador tiene todo para meter a la cárcel a los responsables del saqueo, al menos a los más mencionados en su campaña política la cual tuvo como eje central acabar con los corruptos.
O a menos que se trate de una interpretación semántica mal entendida, porque combatir la corrupción insisto, no es lo mismo que castigarla.
Si es así, nadie en la 4T, en Morena, tiene derecho a acusar a los que se fueron, si son incapaces, si no se atreven a castigar los latrocinios.
Tampoco tienen autoridad para justificar sus yerros acusando de corruptos a los que se fueron. Pruebas, les sobran en los archivos de las administraciones idas para enjuiciar y castigar.
Con razón la pandilla de Enrique Peña Nieto, y el mismo expresidente, se divierten, muestran cínicamente su felicidad y excesos, pues se saben intocables.
En ese contexto la situación se torna más preocupante ya que la 4T sepultó a la clase política y hoy, carecemos de líderes, partidos creíbles, de alguien que haga sombra al caudillo.
De tal suerte que la pregunta es ¿A dónde vamos? Ni siquiera Cuauhtémoc Cárdenas podría alzar la voz frente al caudillo que es dueño de toda la escena política, y si alguien surge, será aplastado con los recursos del Estado, ciertos o falsos.
Si alguien intenta alzarse como paladín para disputarle el escenario a López, tendrá que arriesgarse a ser enjuiciado públicamente.
La táctica de López Obrador es clara; si alguien se opone, se le sacan sus trapitos al sol, se le desacredita, y renuncia o lo fusilan en el paredón de Palacio Nacional.
Así irán cayendo uno a uno de los que ofrezcan resistencia, sea ministro de la Corte, consejero o comisionado. Si están en otro partido o son civiles de a pie, igual, habrá de que acusárseles. Incluso si se sienten protegidos por algún medio informativo.
Sí, es de preocuparse; no hay por dónde. Quién se atreverá y tendrá la credibilidad pública para salir del lodazal en que se hundió la clase política.
Y si sale de ahí, deberá tener los argumentos necesarios para no ser regresado al barro, por las buenas o las malas.