Por Jesús Michel Narváez
Era el final de la guerra fría pero todavía congelaba.
Allá, en el Cono Sur surgía el reto para el “imperialismo yanqui” que apoyaba a los gobiernos militares en aras de frenar, construir un verdadero muro que impidiera la llegada del “comunismo soviético”.
Salvador Allende se convirtió, en noviembre de 1970 en “el primer presidente marxista del mundo” mediante en acceder al poder a través de elecciones generales en un Estado de derecho”.
En Washington se fruncieron los ceños y la CIA –documentado periodísticamente y con la apertura de informes desclasificados- actuó y tardó dos años y 10 meses en conseguir su objetivo: el Golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet, que el mismo 11 de septiembre de 1973 se convirtió en el mayor títere de Estados Unidos.
¿Cambió el mundo por la llegada de Allende y por su muerte?
¡No!
Hoy, a 46 años de su asesinato -aunque se afirma que fue suicidio- Allende se va olvidando y su figura y discurso desvaneciendo frente a otros eventos que colapsaron la seguridad del “Imperio Yanqui” y cuya respuesta fue el “ataque frontal contra el terrorismo”… que no ha terminado y sigue cobrando vidas en todo el mundo.
Con el orgullo doblegado, el gobierno de George W. Bush miró cómo las emblemáticas Torres Gemelas de Nueva York, el centro financiero y comercial del mundo, se derrumbaban y caían como castillos de naipes después de recibir los impactos de aviones comerciales de American Airlines y United Airlines. Otro de AA fue estrellado en la fachada oeste del Pentágono y la cuarta aeronave no cumplió su cometido. Cayó en campo abierto, cerca de Shanksville, en Pensilvania.
El “mundo libre” se horrorizó y de inmediato se supo que los actos fueron cometidos por 19 miembros de Al Qaeda cuyo líder Osama bin Laden fue abatido 2 de mayo de 2011, Abbottabad, Pakistán.
El republicano que gobernaba Estados Unidos estaba en su primer periodo. Había juramentado su cargo el 20 de enero de 2001.
El ataque en contra de Estados Unidos, el de Nueva York fue el primero en territorio estadunidense. Y marcó para siempre al Imperio, cuya economía colapsó en 2008 con Bush todavía como presidente.
La respuesta de los aliados de Estados Unidos fue en grande. La guerra en Afganistán –que todavía perdura- costó miles de vidas.
Y el terrorismo sigue.
Pareciera escocés: dos décadas después sigue tan campante y actuando alrededor del globo terráqueo sin que se haya podido evitar.
¿Cambió el mundo la guerra contra el terrorismo?
¡No!
Pero la muerta de Allende y el derribo de las Torres Gemelas quedan como ejemplo de que nadie es invencible y que todas las medidas de seguridad que se tomen nunca serán suficientes para frenar a los fanáticos y por tanto no deben olvidarse aunque pasen los años y se diluyan sus efectos.
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