Por Jesús Michel Narváez
José Manuel Mireles, sí el mismo que formó parte de las autodefensas en Michoacán, que fue encarcelado en un penal de alta seguridad y que fue liberado por “falta de pruebas”, recibió el nombramiento de subdirector médico del ISSSTE en su tierra.
A todo mundo sorprendió. Se sabe que es doctor pero el ejercicio de la profesión no ha sido su fuerte. Pero en la Cuarta Transformación todo es posible con el “borrón y cuenta nueva”.
Apenas lleva un mes con el nombramiento y ya mostró el cobro, y no el de Santa Clara. Su lenguaje no corresponde al de un servidor público sino al “comandante” que califica a sus “soldados” y les pega de gritos para hacerlos obedecer.
“Yo les dije de otra manera, porque soy tierracalenteño, también verdad, hay que atender a la primer piruja, a la segunda piruja y a la tercer, la cuarta y hasta la quinta”, expresó.
Su comportamiento llegó al Senado y los congresistas exigieron su remoción.
Es lo menos que se le puede pedir al director del instituto y a quien lo haya propuesto para el cargo.
Si bien Mireles es de tierra caliente, de ninguna manera ello le concede patente de corso para “atracar” avalado por un escrito firmado por el Virrey. No es alcalde, tampoco es navegante es, sin equivocación, un sujeto al que los políticos le han perdonado violar la ley y finalmente lo premian con un cargo en el que no encaja.
Sus expresiones revelan cómo trata a sus mujeres. Así son en Michoacán, en la Tierra Caliente. Ojalá y no lo sea toda la población porque, entonces, escucharemos de boca de los servidores públicos la retahíla de frases y vocablos que se refieren a los hijos de la madre…
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