*Urge Analizar Revocación de Mandato y Plebiscito
*También Revisar el Referéndum y la…Reelección
*Gobiernos de una Sola vez son Periodos de 4 Años
*Riesgos: Anquilosar Burocracia y Alentar Corrupción
Por Ezequiel Gaytán
La expresión Sufragio Efectivo. No reelección, es más que un lema que se utilizó en la papelería oficial durante los gobiernos posteriores al movimiento armado revolucionario de 1910 para recordar que el lema del partido Antireeleccionista de Francisco I. Madero era más que un enunciado; significaba la piedra angular del Sistema Político mexicano, cuyo origen es evitar que un individuo se perpetúe en el poder. El espíritu de dicho lema, por cierto, no es de Madero, sino del propio Porfirio Díaz cuando se levantó en armas con base en el Plan de Tuxtepec en 1876, en contra de la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada.
La Revolución, es cierto, fue en muchos sentidos traicionada y sigue siendo objeto de muchas controversias. De ahí que el tema de no reelección sea un tema aún debatible. El punto está en los eufemismos con los cuales se quiere prolongar el mandato. Tal es el caso que se está experimentando en el estado de Baja California, en el cual el pueblo votó por un gobernador por dos años y hoy el Congreso local insiste en extenderlo a cinco años.
Revocación de mandato, plebiscito, referéndum o reelección son figuras políticas que tienen sus bondades político-administrativas y también elementos que conllevan contradicciones y problemas, lo cual, estoy de acuerdo, hay que analizar.
Veamos, existen cuatro posibilidades de gobiernos democráticos que tratan el tema: la reelección por una sola ocasión como en los Estado Unidos; la reelección después de un periodo de gobierno, como en Chile; tantas veces como quiera el pueblo, como Nicaragua y Venezuela y, la no reelección, como es el caso de nuestro país. El estudio de los sistemas políticos comparados nos enseña que los países con una sola reelección son usualmente de cuatro años de gobierno, mientras que naciones, como la nuestra, los periodos duran seis o siete años.
El tema no es menor, pues los países que no tienen límite al número de reelecciones acaban por anquilosar al aparato burocrático y tienden a tener administraciones corruptas, estancadas y anquilosadas. Además, esas naciones también tienden a generar oligarquías y muy escasa movilidad social, lo cual genera polarizaciones y resentimientos sociales. Venezuela y Nicaragua son ejemplo de gobiernos que en nombre de esa abstracción llamada pueblo, sacrifican los derechos humanos y las libertades sociales e individuales.
A Henry Kissinger se le atribuye la frase de que el poder es afrodisiaco y todo indica que tiene razón, pero que sea embelesador y con él se puedan lograr transformaciones significativas, no quiere decir que los políticos con nombre y apellido sean indispensables, como es el caso de los presidentes Nicolás Maduro y Daniel Ortega.
El tema de la historia patria es claro, Francisco Madero quería la instauración de la democracia pues pensaba que con ese sistema de vida se podría lograr el desarrollo y el ascenso de las clases medias al poder.
Posteriormente, Venustiano Carranza con el Plan de Guadalupe incorporará las demandas y necesidades más sentidas de la población, tales como la educación pública, las libertades sociales e individuales y la propiedad de la tierra.
Gracias al sufragio efectivo México hoy goza de muchos de los anhelos de la revolución y, es cierto, aún no se logra la justicia social. Pero no estoy seguro que la fórmula sea la prolongación del mandato como el instrumento o modelo que evite los extremos de riqueza y de miseria que hoy vive México. Nadie discute los fracasos del neoliberalismo y nadie tampoco discute los traspiés del intervencionismo. Buscar la solución en el justo medio es algo que todas las naciones procuran hoy en día, léase libertad con justicia social y productividad. Una triada fácil de decir y muy difícil de lograr, pero no imposible.
Me opongo a sacrificar la libertad en nombre de la justicia social y también me opongo a lograr la enajenante productividad mediante el acotamiento de las libertades. Gran parte de la solución está, en buena medida, en la democracia representativa y la fortaleza de los partidos políticos de oposición que son los contrapesos formales al poder formal. Además, el respeto a la división de poderes es parte de la solución. Porfirio Díaz, en nombre del pragmatismo y de que el poder lo obnubiló, olvidó la importancia de la movilidad social y que las generaciones detrás de la nuestra quieren una oportunidad de gobernar y eso se logra mediante el sufragio efectivo.