¿Reinventarse Políticamente?… Todo un Reto

Galaxia Política

*PRI y PRD Buscan ser “los Otros Partidos”

*Hasta Ahora, sin Proyecto Convincente

Por Jesús Michel Narváez

¿Es posible reinventar a un partido político?

No lo sé. Todos aquellos que lo intentaron no lo lograron.

Ahí están los viejos ejemplos del PPS, del PARM, del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, entre otros.

Jorge Emilio González Martínez.

No sobrevivieron frente a los cambios y hoy de nueva cuenta surge la debilidad de aquellos que en su momento representaron a gran parte de la sociedad que votaba por ellos.

La furia guinda borró literalmente a dos partidos y sometió a otros tres.

Hizo desaparecer a Nueva Alianza, el PES perdió el registro a pesar de haber obtenido triunfos que le permiten estar en el Congreso de la Unión.

PRI, PRD y PVEM fueron dejados a la vera del camino y hoy sus dirigentes pretenden reconstruir lo que destruyó el movimiento telúrico-electoral de 2018.

Después de haber sido el partido dominante durante 71 años -1929-2000-, el PRI sucumbió frente al adversario que nació para enfrentarlo desde aquel histórico 16 de septiembre de 19389, cuando Lázaro Cárdenas gobernaba y conducía al país hacia un socialismo que nunca cuajó a plenitud.

Su derrota en 2000 lo dejó sin capitán que dirigiera la nave y el iceberg se puso en frente para derrotarlo de nueva cuenta seis años después.

Una recuperación “mágica”, porque el PRI mostró su “nuevo rostro” y aprovechó los malos gobiernos de Acción Nacional, permitió que el tricolor regresara a Los Pinos… el gusto duró solamente seis años y en 2018 perdió hasta el modo de andar.

Busca reinventarse. No muestra sus cartas. Es el mismo viejo discurso. Es la admisión de la incapacidad para ser diferente. Doce años no enseñaron a sus múltiples dirigentes -14 de 2000 a 2018- cómo hacer el cambio, como recuperar la confianza del electorado y cómo gobernar para el futuro.

Dirigentes, militantes y servidores públicos en los tres niveles de gobierno, olvidaron los principios, ignoraron los avances de las oposiciones, fueron omisos para comprender el hartazgo de la sociedad y, políticamente, abrieron las posibilidades, que finalmente se concretaron, de perder el poder con reformas estructurales que nunca llevaron a buen puerto.

Hoy, con un dirigente impuesto por los gobernadores encabezados por Alfredo del Mazo Maza, el PRI no pone sobre la mesa el mensaje que convenza y lo lleve de nueva cuenta hacia el sendero del triunfo.

¿Sabe cómo reinventarse?

A ciencia cierta, nadie lo podría afirmar. Porque los vicios del pasado son los placeres del presente: el poder –disminuido, pero finalmente poder-, los reflectores, los discursos vacuos.

Sin una musculatura de estructura, el PRI camina sin rumbo. Ser oposición no está en su génesis. No cuenta con un equipo que se encargue de limpiar la imagen, porque es poco menos que imposible. La corrupción y la impunidad, las mellizas en el sistema político mexicano, forman parte imborrable de su existencia.

Del otro lado de la baqueta, el PRD.

Perdedor de sus bastiones que controló por 20 años, el Partido de la Revolución Democrática camina hacia el pantano y sin protección alguna.

Un giro de 360 grados, porque el círculo se cierra con las llaves que poseen los mismos que hicieron el boquete electoral, es el resultado de su Congreso en el que lo rescatable es lo impreciso de su acción inmediata: Futuro 21.

Cambio de logotipo, cambio de nombre, pero quienes están al frente son los mismos.

Sus dirigentes han intentado modificar su estructura con acciones gatopardistas: “cambiar todo para que nada cambie”, el PRD tampoco sabe reinventarse.

El hoy Presidente de México cuajó como político dentro del PRD. El partido tuvo su mejor etapa bajo la dirección de Andrés Manuel López Obrador. Así como ambos se catapultaron, partido y líder, ahora la instancia política está en la lona mientras el exdirigente llegó a la cúspide.

Pretender conquistar a los ciudadanos con el prurito de “puertas abiertas” y rostros “frescos” que provienen del priismo o del grupo de partidos desaparecidos y que en su momento le dieron fuerza al PRD, no es la poción mágica para alcanzar una rebanada más grande del pastel llamado poder.

Es posible y casi seguro que ningún partido estaba preparado para el surgimiento de uno que, con apenas 4 años de vida, pero 20 de construcción, alcanzara el poder pleno.

Morena es un fenómeno que no ha sido explicado. Porque su conformación surge de un proyecto personal –el de Andrés Manuel López Obrador- y al que se sumaron personajes y militantes de todos los partidos.

¿Es la panacea para el fortalecimiento de la democracia?

No, no lo es. Sin embargo, su aceptación lo llevó a destruir literalmente a los que en el pasado detentaron el poder.

De ahí que el PRD no tenga rumbo, no se reinvente más allá de convencer a los desanimados que militaban en otros partidos.

El que ha sabido reinventarse es el PVEM.

Con la bandera de la defensa del medio ambiente e integrado por jóvenes que no habían participado en política –aunque su primer dirigente Jorge González Torres, de la dinastía propietaria de farmacias provenía del PRI-, se alió a su máter política y después la abandono para ser parte de la “transición” en el año 2000.

Al no recibir el “pago de sus favores y votos” –el heredero del partido buscaba la Secretaría de Medio Ambiente prometida por el candidato Vicente Fox- rompió su alianza y regresó al senado materno: el PRI con quien hizo pactos para diversas elecciones hasta que consiguió su primera gubernatura: Chiapas en 2012.

Antes de que el terremoto guinda destruyera sus cimientos, Jorge Emilio González Martínez –el heredero único- abandonó a sus aliados. Ya en el Congreso de la Unión en la LXIV legislatura federal se sumó a las bancadas de Morena.

¿Habrá renacimiento del PRI y el PRD?

La duda agobia a sus militantes. Y a los electores, a ellos los tiene sin cuidado.

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