La Sensibilidad del Futbol
Por Emilio Hill
En Diamantino, filme portugués de los todavía frescos Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt, ya que la carrera de ambos se compone casi de cortometrajes, se aprecian dos líneas: la primera es una tierna historia, edificante e incluso con ribetes morales. Pero también, una sólida reflexión sobre la ingenuidad y la avaricia.
Schmidt y Abrantes han hecho mancuerna en otros trabajos, ya sea mediometrajes o cortos, tanto en la dirección como en el guion. Una muestra es Palacios de Pena – 2011- y de The Unity of all Things -2013-.
En todo caso, Diamantino, confirma una solidez técnica y narrativa. El filme, mezcla, como es costumbre de los realizadores, el melodrama, el humor y la fantasía, con el acceso a dos tipos de público: el que busca un curioso entretenimiento, en apariencia sin mayores pretensiones, y el espectador más avezado en propuestas artísticas. La película se proyectó en la Semana Internacional de la Crítica de Cannes 2018 y ganó el Gran Premio.
Hay también una reflexión con tintes filosóficos, que no se siente moralizante, un poco en el tono de Los Niños de Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978). El mundo de la anti utopía cinematográfica, con la salvedad de que Diamantino se presenta con un fresco sentido del humor y un patetismo inocente de los personajes, incluso en los que juegan un papel antagónico.
El exitoso futbolista Diamantino Matamouros (Carloto Cotta), de la selección de Portugal, falla un penal en la final del Mundial .
La desgracia ha caído en su vida. Su padre, quien ha sido su entrenador y guía fallece, producto de los berrinches de sus odiosas hijas, una perversas gemelas –Sonia y Natasha ( Anabela y Margarida Moreira)- que se visten y comportan igual que en la mejor tradición de telenovela mexicana, destripan puercos en su mansión y además explotan a su exitoso pero aniñado hermano.
Porque Diamantino, habita en otro universo. Es una suerte de Forrest Gump, ingenuo y bobón, que se pasa de bueno, pero que al final de su carrera empieza a sentir un vacío en su vida. Decide pues, adoptar un refugiado, que resulta ser una policía cibernética encubierta –como pre adolescente-, Aisha (Cleo Tavares), quien investiga un asunto de lavado de dinero. Por supuesto, las arpías hermanas son las responsables, pero el Ceniciento futbolista pagará las consecuencias.
En el filme hay un aire de cuento clásico infantil, que se equilibra con una distopía cinematográfica. Y ahí entra la reflexión de mayor peso: en la mejor tradición de la ya mencionada Los Niños de Brasil, el ingenuo e incluso asexuado Diamantino –quien se acuesta de manera paternal con quien cree es su hijo adoptivo, pero en realidad es una sensual policía en una escena que puede parecer incómoda pero efectiva– será conejillo de indias del gobierno para mejorar la raza.
También fábula política que pone la patada en la pelota en el tema de la migración, Diamantino rebasa por mucho el tema del futbol, escenario que apenas aparece, ya que las principales vías narrativas, se desarrollan en los ámbitos sociales. La ligereza y el humor aparente son un vestido del filme para que no se sienta denso.
Y es que el exceso humorístico con el cual se conducen los personajes, sirve para disfrazar una reflexión que incluso toca los ámbitos de la identidad sexual.
Intenso partido cinematográfico, nunca hay una tensión narrativa que incomode al espectador. Fluye de manera amable, ideal para un espectador que no busque grandes problemas, pero en el fondo es un filme conmovedor y profundamente humano.
En medio de estrenos de fuerte calado comercial, esta película hay que ir a verla corriendo. Ya que erase que se era, una vez Hollywood, que ocupa la gran mayoría de pantallas.