Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón
Desde antes del inicio de la presente administración integrantes del equipo del entonces presidente electo hablaban sobre el interés de Andrés Manuel López Obrador de hacer modificaciones al sistema de pensiones, esto sería a la mitad del sexenio.
Ahora, una vez ya en el poder, la intención del primer mandatario de meter mano al sistema pensionario continúa. Funcionarios de la Secretaría de Hacienda y de organismos gubernamentales relacionados con las pensiones lo declaran en diversos foros.
Si bien es cierto que hasta ahora se desconocen con exactitud los cambios que se harían, versiones extraoficiales hablan de aumentar el porcentaje de las aportaciones obligatorias, de 6.5 a 12 por ciento; de incrementar la edad mínima de retiro, de 65 a 68 años, además de mejorar los incentivos fiscales para el ahorro voluntario y reducir las comisiones que cobran las afore.
Las modificaciones pretenden que al finalizar su vida laboral los trabajadores reciban una pensión equivalente al 70 por ciento de su último sueldo, y no del 30 por ciento como se estima recibirán las primeras generaciones de jubilados bajo la ley de1997 y de 2007 (la primera corresponde a los cotizantes al IMSS y la segunda a los del ISSSTE).
Desde hace varios años especialistas y funcionarios han declarado la importancia de incrementar la aportación tripartita como requisito fundamental para aumentar la pensión de los trabajadores. Existe en la Cámara de Diputados una propuesta en este sentido, pero cuestiones de índole política la mantienen en la congeladora, ningún legislador o partido ha querido “jugársela”, pues consideran un riesgo político hacerlo.
Hasta ahora el Sistema de Pensiones no ha logrado convencer a los trabajadores de que puede pagar buenas pensiones, especialmente porque quienes se han jubilado bajo este régimen han obtenido un ingreso más bajo de lo esperado.
Además, ¿cómo se puede pedir una cuota mayor a los trabajadores cuando su nivel salarial es bajo? ¿Cómo pedir a los patrones incrementar su aportación con costos laborales elevados y bajo crecimiento económico?
¿Y el sector público? cuál será su contribución si sus márgenes presupuestales son demasiado estrechos.
A las interrogantes anteriores habrá que agregar una más: ¿tener una tasa de remplazo de 70 por ciento garantiza calidad de vida para los pensionados? ¿Contarán con los ingresos? ¿Serán suficientes para satisfacer sus necesidades elementales?
Las cifras de Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática indican que el sueldo promedio de los mexicanos es, en número redondos, de 6 mil pesos mensuales. Esto significa que los pensionados recibirán no más de 4 mil 200 pesos al mes, cantidad de la cual dependerán en los últimos 20 años de su vida.
Actualmente, debido a las bajas pensiones que se pagan un gran número de jubilados se ven en la necesidad de trabajar para satisfacer sus necesidades. Baste ver el número de trabajadoras mayores de 60 años que laboran en las empresas dedicadas a la limpieza.
Más allá de modificaciones al sistema de pensiones, se requiere un incremento sustancial a los salarios, con el fin de que recobren su poder adquisitivo, de nada valdrán las tan anunciadas reformas al sistema de pensiones si el salario sigue castigado.