Por Jesús Michel Narváez
Mal empieza la semana al que ahora el lunes y aunque fue jueves, Miguel Barbosa ya puso su sello: la acusación sin pruebas y solamente espera que las auditorías revelen el manejo de los 44 mil millones de pesos que conforman la deuda de Puebla.
Leer entre líneas: aplicará la ley si la Contraloría del Estado encuentra irregularidades.
Aunque confió en que no existan las irregularidades, de encontrarlas –buscando bajo las piedras si es necesario- se aplicará todo el peso de la ley.
Uno se pregunta por qué cuando alguien se convierte en gobernador y es de otro partido al que gobernaba el antecesor, se tienen que expresar las mismas palabras: se investigará y si hay malos manejos, se aplicará la ley. No hay de otra: el que delinque debe pagar, pero no es suficiente hacer declaraciones. Simplemente que afloren los datos duros y que estén sustentados.
Si bien el grupo de Rafael Moreno Valle, quien gobernó abanderado por el PAN y el PRD al no ser postulado por el PRI, pudo haber formado una corriente con miras a otras latitudes: la candidatura Presidencial que no cuajó en 2018 pero la buscaría en 2024, no parece que en el ser humano y sobre todo en el político mexicano haya límites para las ambiciones personales.
No existe delito en aspirar a la grande, como dirían los clásicos del pasado. Ahí está Andrés Manuel López Obrador quien desde su triunfo en el entonces Distrito Federal tuvo la fijación de ser Presidente de México y después de dos dolorosas derrotas finalmente coronó su sueño.
¿Cometió algún delito por querer gobernar al país? NO, así en mayúsculas.
Luego, entonces, Moreno Valle tampoco lo cometió. Y si el nuevo gobernador encuentra que los dineros públicos se manejaron mal, difícilmente podrá hacer realidad su otro sueño: encarcelarlo.
Los muertos ya están encarcelados y de por vida…en sus tumbas.
Asumir la responsabilidad de gobernar Puebla obliga a Barbosa a tener altura de miras y sin aplicar el borrón y cuenta nueva, debe ocuparse de los problemas que afectan a la entidad y que tienen sus principales representantes en el huachicoleo, la inseguridad, la violencia, la faltan de empleo.
Malgastar el tiempo en declaraciones de que se investigará el pasado ejercicio político, desgasta innecesariamente.
Hay que hacerlo. Con la discreción que el caso amerite. Y si hay responsables por presuntos delitos, someterlos a proceso sin decirle ahí viene el lobo.
Mientras tanto, dar resultados. Hay un compromiso de campaña que deberá ser cumplido a cabalidad: regresarle a Puebla la seguridad y combatir la violencia.
Barbosa se fijó el clásico tiempo: 100 días y habrá resultados. Deseable que cumpla y que no se repita lo que todos prometen y nadie cumple. Ahí está el ejemplo de la Ciudad de México en donde la inseguridad es ya una amenaza para sus habitantes. Que no se repita la historia en Puebla y ello hará que Barbosa sea un buen gobernador.
Lo demás sale sobrando.
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