Por Jesús Michel Narváez
Con el diseño de un tenis de marca y los mismos colores, las nuevas patrullas de la Ciudad de México “vigilan” para abatir la delincuencia.
Bueno, ese se supone que es el propósito. Pero hay ejemplos que muestran otros caminos.
Le platico que un conductor de autos –de esos que llegan por usted en dos minutos y no le cobran por el tiempo sino por la distancia- me platicó que el sábado pasado, su domicilio ubicado en la alcaldía de Azcapotzalco, fue presa de los ladronzuelos de poca monta pero que cuentan con la protección de “agentes de seguridad ciudadana” y que tripulan la patrulla MX 515 P1.
Su relato: a las 5.45 de la mañana bajé al estacionamiento para iniciar mis labores. De pronto observé que el candado y la cadena que cierran el portón estaban en el suelo y una ventana de metal cortada; enseguida apareció un sujeto que llevaba dos bolsas y jalando una bicicleta.
Momentos antes, menciona, miré una patrulla circulando a baja velocidad y con las luces apagadas. Pasó cuatro veces en menos de dos minutos.
Cuando sorprendí al ladrón, logré que mis vecinos acudieran al estacionamiento y lo rodeamos para impedir que se fugara; momentos después hablé al 911 y en menos de 10 segundos apareció la patrulla. La misma que circulaba lentamente minutos antes.
Los policías le ordenaron dejar las cosas y cuando lo subieron a la patrulla nos dijeron: “ya recuperaron sus cosas, lo vamos a dejar ir”. Le respondimos a coro: No, iremos a la delegación para presentar la denuncia.
Ya en Fiscalía Desconcentrada en Investigación en Azcapotzalco, Agencia Investigadora del MP AZ 2, se abrió la carpeta de investigación CI-FAZ/AZ-2/U1 C/D/00822/07-2019 y se tomaron las primeras declaraciones. Los policías, cuyos nombres no aparecen en la carpeta –extrañamente- daban su versión y negaban que quisieran dejar libre al delincuente.
Un video tomado desde uno de los departamentos del edificio asaltado, muestra cómo los delincuentes hacen señas a los patrulleros y éstos siguen su paso lento.
Seguramente serán exonerados por sus compañeros de tarea y hablarán de que los ciudadanos mienten. Ya sabe usted cómo se las gastan.
Lo cierto es que está la carpeta de investigación, con la identificación del denunciante cuyo nombre no me es permitido revelar, y cuatro días después de los hechos, los uniformados no han sido declarados.
Si esto es solamente un botón de muestra, hay que imaginar el número requerido para abotonar la vestimenta del Papa.
Al secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta Martínez, le pasa de noche cómo actúan sus subalternos y los habitantes de esta descontrolada Capital del País son los que pagan las consecuencias.
¿Habría forma de saber si los jenízaros vestidos de patrulleros serán sancionados o de nueva cuenta saldrán a las calles para proteger a los delincuentes?
Es pregunta y no capciosa que merece una respuesta.
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