*Ya no Responden a las Necesidades de la Actualidad
*Aunque hay Vientos de Fronda Sobre la Lucha Actual
*Hoy al Ciudadano le Importa más la Inseguridad Pública
Por Iván Ruiz Flores
Vale la pena tomarlo en cuenta si se pretende que la bandera del actual gobierno, siga ondeando, aunque haya vientos de fronda que hoy afectan en general la gobernanza en México. Sí, porque los jaloneos entre tirios y troyanos están a la orden del día sin que haya reinas o cardenales que se metan en el asunto.
Suman ya casi 30 años de la lucha contra la corrupción que, según José Bautista Farias, “desvía recursos públicos destinados a cubrir necesidades sociales, para el beneficio de unos cuantos; devora presupuestos; incrementa vertiginosa y artificialmente los costos de las compras y obras gubernamentales; eleva estratosféricamente la deuda pública; es pésima constructora y administradora de los recursos públicos; crea empresas y obras fantasmas; genera “aviadores” y empleos falsos; propicia el “clientelismo político” a través de la compra del voto; desvirtúa la misión de las instituciones públicas, desviándolas de sus fines; deteriora todo lo que toca, organismos públicos y privados, grupos y personas; enmohece y corroe las bisagras de puertas y ventanas para que no se abran a la luz”.
¿Y qué ha sucedido en esas tres décadas? Poco, muy poco.
¿Qué puede esperarse?
Poco, muy poco.
Y esto es así, porque no obstante la bandera que enarboló la actual administración, mientras no se desarrollen una serie de modificaciones, quedará simplemente como una buena intención no aterrizada.
Viene a cuento por el planteamiento hecho recientemente en la UNAM por María de la Luz Mijangos Borja, titular de la Fiscalía Especializada en el Combate a la Corrupción de la Fiscalía General de la República (FGR).
De acuerdo a la Gaceta de la UNAM, al participar en el coloquio ¿Existe el Delito de Corrupción?, la funcionaria advirtió:
Para que el combate a la corrupción en México sea efectivo, el reto más grande que enfrentamos en este momento es armonizar las normas jurídicas, el entramado de derecho penal, administrativo, procesal-penal y constitucional, porque muchas veces chocan entre ellas por los diferentes tiempos y concepciones en que fueron aprobadas.
Ni como decirle que está equivocada. Efectivamente muchas normas se han ido desarrollando a lo largo de los distintos gobiernos (y partidos) que ha habido por lo menos en el siglo XXI y es prácticamente imposible que hoy funcionen correctamente.
A su juicio, la mejor estrategia para ese propósito es un combate coordinado. Lo define así: “Entre la armonización y la coordinación está la efectividad, y en esa tarea ninguna institución es más importante o estratégica que otra. Todas deben aportar y hacer su trabajo para alcanzar la eficacia”.
En estos tiempos, explicó, existen dos grandes tipos de corrupción, la pequeña u ordinaria y la gran corrupción, enmarcada en sus grandes dimensiones, áreas estratégicas en las que opera y actores que involucra, y porque afecta al Estado al pretender influir en las decisiones económicas o políticas.
Ella precisó también, que en el primer caso se enfrenta con penas administrativas sólidas y próximamente con prevención y la detección y corrección de las zonas de riesgo: contrataciones, compras o servicios.
Sin embargo, la gran corrupción, hoy es atacada con investigaciones multidisciplinarias firmes y tecnificadas para lograr sanciones penales, el éxito de los casos y la extinción de dominio sobre bienes cuyo origen es ilícito.
Pero, mientras no se sacudan las viejas estructuras y sin la existencia de una visión integral, decimos nosotros, tardará un tiempo más lograr que esa bandera que llevó al poder al actual presidente, prevalezca por ejemplo por encima de la terrible inseguridad pública existente, la cual hoy les importa más a los ciudadanos, que la propia corrupción.
Ello, aunque se desconozca que tan grave es la corrupción en el país como dijera José Bautista Farias:
“Es difícil saber a ciencia cierta los niveles de gravedad de la corrupción en México, porque se adolece de información completa y oportuna sobre este fenómeno. Lo que sí sabemos es que en las mediciones internacionales y nacionales (índices, encuestas de percepción, estudios, etcétera) vamos de mal en peor, ya que en la mayoría de los rankings, hay retrocesos a nivel de percepción de la corrupción”.