Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón
Hace unos días el Director General del ISSSTE, Luis Antonio Ramírez Pineda, dijo, en la Sesión Ordinaria de la Junta Directiva del Instituto, que en seis meses la dependencia logró ser financieramente solvente a pesar de heredar los pasivos de otras administraciones.
La afirmación del titular del ISSSTE tiene su origen en abril del presente año cuando el director de administración y finanzas de ese organismo, Pedro Zenteno Santaella, habló sobre los pasivos de ese instituto, de casi 19 mil millones de pesos, que dejaron los gobiernos anteriores.
Por años, la situación financiera del ISSSTE ha sido un eslabón débil; en el sexenio del presidente Peña Nieto, el gobierno federal tuvo que inyectarle, por lo menos en dos ocasiones, recursos a la institución para que pudiera cumplir con los compromisos contraídos.
Luego de las declaraciones del director de finanzas, la junta directiva planteó hacer uso de una parte de sus reservas financieras para enfrentar los problemas de infraestructura médica.
Luego de seis meses el ISSSTE da a conocer que logró sanear sus finanzas. Ahora tendrá que informar si persiste la intensión de utilizar parte de sus reservas.
Al igual que el país, los cambios en las tendencias demográficas y epidemiológicas de los derechohabientes significan para el instituto importantes desafíos.
La población de trabajadores cotizantes al instituto entre 50 y 70 años de edad, corresponde al 32 por ciento del total y se prevé que en los próximos años se incremente el número.
El envejecimiento de la población y el incremento de enfermedades crónico degenerativas implicarán para el instituto mayores gastos en servicios médicos, lo que ejercerá mayores presiones al ramo de salud, mismo que desde años atrás reporta saldo negativo.
La mayor parte de la carga financiera en este ramo se concentra en cinco enfermedades (cáncer, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes e insuficiencia renal crónica) que consumen la tercera parte del presupuesto destinado a este rubro, esto es alrededor de 22 mil millones de pesos.
La diabetes y la hipertensión se han convertido en las dos principales enfermedades que absorben la mayor cantidad de dicho presupuesto. La tasa de prevalencia de la diabetes es superior al 15 por ciento de los derechohabientes mayores de 20 años del instituto.
En el caso de la hipertensión la prevalencia es de 15.6 por ciento, equivalente a 1.4 millones de derechohabientes.
El panorama anterior demanda más y mejores acciones preventivas por parte del instituto especialmente en lo que se refiere a diabetes e hipertensión, las dos primeras causas de atención en la consulta externa con 25 por ciento del total.
Sin embargo, esto no parece ser una tarea fácil, el ISSSTE sólo cuenta con una clínica dedicada a la previsión, el CLIDDA (Clínica de Diagnóstico y Detección Automatizado) cuya capacidad está rebasada; al ser el único centro de este tipo en todo el país, para recibir atención el derechohabiente debe esperar hasta cuatro meses.
Otro de los elementos que podrían tener implicaciones financieras es el costo de los servicios médicos y el estancamiento de los salarios. En los últimos cinco años los precios de los insumos médicos han crecido en promedio siete por ciento, mientras que los salarios apenas el cuatro por ciento.
El cambio demográfico demanda un ISSSTE más ágil, con mayores fortalezas para dar un servicio médico eficiente sin afectar sus finanzas. Aumentar las cuotas de los derechohabientes permitirá un servicio más eficiente, esto ha sido planteado desde hace ocho años. Cuestiones políticas y sindicales han frenado esta iniciativa, misma que podría ser una fuente importante de recursos para el ISSSTE.