*La Política: un Señuelo, es el Arte del Engaño
*Significados, Encantos, Fascinaciones y Mascaradas
*Los Especialistas en las Cortinas de Humo o Cajas Chinas
*Cuando no Importa la Verdad Sino el Encubrimiento
Por Ezequiel Gaytán
Los arqueólogos y antropólogos saben bien que es una osadía sintetizar en un artículo un tema tan serio y profundo como es de los ritos, no obstante me atrevo a hacerlo por la sencilla razón de que me centraré en el rito de la metáfora japonesa de Kagemuzha, que es un término utilizado para denotar a un señuelo político. De ahí que el gran cineasta japonés Akira Kurosawa hiciese un película en 1980,con ese tema, ambientada en el periodo Sengoku de la Historia de Japón de fines del siglo XVI y nos narra la historia de un ladrón de clase baja, que es entrenado para suplantar a un moribundo señor feudal con el objetivo de engañar a los enemigos de éste y evitar que ataquen al feudo. Cuando el Impostor debe presidir un consejo militar y se le preguntan qué decisiones tomar, contesta inteligentemente mencionando el lema del Clan Takeda: Rápido como el viento, fiero como el fuego, sereno como el bosque y firme como una montaña.
Con dicha introducción mi intención es explicar que los ritos son actos o ceremonias que se repiten invariablemente en todas las sociedades, usualmente sujetas a calendarios y van acompañadas de emblemas, usos, costumbres y celebraciones expresivas que nos recuerdan la historia, algunos los combinan con mitos y tienden a tener escenografías, festividades, pautas y la organización de los mismos es muy exigente y, en ocasiones costosa. Hay ritos de purificación, bautizo, estudiantiles, académicos, funerarios y políticos, por citar algunos. Una de las partes más importantes de los actos rituales son los fines, sobre todo porque muchos de ellos son de aceptación e inclusión.
Desde diciembre del año pasado nuestro país vive una ceremonia ritual a las siete de la mañana de lunes a viernes en el Palacio Nacional. Se trata de un acto formal debido a la presencia del Primer Mandatario, que literalmente significa el primero en obedecer, porque no es el primer mandante. Como mexicano respeto la investidura presidencial y estoy de acuerdo con el ritual en el cual ante la presencia de nuestro presidente, se rindan honores a la bandera. Por lo tanto, lo que se vive en el corazón político del país es un rito.
Ahora bien, porque cito en este ensayo al Kagemusha, pues debido a que la política es un señuelo o si se prefiere, el arte del engaño. Y los ritos con sus características tienen significados, encantos, fascinaciones y mascaradas; de otra manera perderían el encanto. Eso lo saben también los comunicólogos y los expertos en el manejo de imagen, de eso viven y por eso siempre están innovando, pues de lo que se trata en muchas ocasiones es que el rito sea el del Gatopardismo: cambiar para no cambiar. Y para que eso suceda la parte nuclear del rito debe permanecer incólume y los cambios serán de maquillaje. Es un arte y una técnica que se estudia a nivel maestría y doctorado en muchas universidades del mundo. El perfil de los egresados es el de especialistas en crear cortinas de humo o cajas chinas cuya teoría consiste en que un escándalo tapa a otro y cuando se desvanece se genera uno nuevo que mantiene el interés hasta lograr el objetivo.
El rito es fundamental en un mundo regido por las redes sociales y en donde no importa la verdad sino el morbo, el encubrimiento y las falsas explicaciones intituladas como la posverdad o mentira emotiva que describe la distorsión deliberada de los hechos a fin de crear escepticismo en la sociedad o peor aún, creyentes ciegos de la desvirtuado.
El rito y el mito se vuelven a fundir en el siglo XXI y la desorientación social es el común denominador. De ahí que el Primer Mandatario, efectivamente es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras. Por eso me recordó el lema del Clan Takeda que, en estos momentos en los que la incertidumbre empieza a permear en muchos estratos de la sociedad mexicana, tiene gran relevancia, pero con toda proporción guardada: Rápido como el viento, para responder a demandas y necesidades sociales. Fiero como el fuego, en la impartición de justicia. Sereno como el bosque para no caer en provocaciones y Firme como una Montaña para actuar con base en principios y valores, pero no gobernar con obstinaciones.
Gobernar con ritos es consubstancial a los actos de poder y de ahí el significado de su relevancia. Lo importante es ni abusar del rito ni su subejercerlo, de ahí que la política también es un arte.