Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón
En los primeros días de julio, está previsto se realice un congreso del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México (SUTGCDMX), para elegir a sus dirigentes para los próximos cuatro años, aún cuando su actual presidente, Juan Ayala Rivero, tiene en su poder un reconocimiento gubernamental para mantenerse en el cargo hasta 2023.
Sólo que Ayala Rivero enfrenta dos escollos casi imposibles de superar: un grupo de secretarios generales seccionales, encabezados por Hugo Alfredo Alonso Ortiz, de la sección 1 “Limpia y Transportes” -y al que se sumaron Héctor Carreón, de la 12 “Servicios médicos” y Rocío Franzoni, de la 39 “Dirección General de Informática”, entre otros- han planteado su salida por la falta de interlocución con el gobierno de Claudia Sheinbaum; y un juicio de nulidad del reconocimiento gubernamental para que permanezca en la dirigencia otro cuatrienio.
Y si a ello se le suma que corifeos de Morena deslizan cada vez que pueden la necesidad de impulsar una tercera alternativa a través del voto secreto, personal y directo, a tono con la recién aprobada reforma de la Ley Federal del Trabajo, puede pronosticarse que el futuro del presidente del SUTGCDMX es más que complicado, pese a que a su principal asesor haya logrado colocar a uno de sus hijos como cercano de Jorge Luis Basaldúa y José Luis García -en lo que parece un corrupto intercambio de favores- en la Subsecretaría de Capital Humano del gobierno de la ciudad.
En el juego de intereses que se mueven alrededor del Sindicato más importante de la Ciudad, personajes, como Carreón, no tuvo ningún reparo en darle la espalda a su anterior aliado, en un movimiento que delata su obsesión por lograr, en noviembre próximo, una segunda reelección consecutiva al frente de la sección 12 “Servicios médicos” -una de las más numerosas-, pese a que en las pasadas elecciones federales destacó por participar activamente en contra de la doctora Sheinbaum y del presidente Andrés Manuel López Obrador, a los que incluso insultó.
Carreón está involucrado en innumerables carpetas de investigación por mandar golpear a trabajadores que se oponen a sus intereses -a mediados de 2017 se integraron por lo menos 27 por una golpiza a enfermeras del Hospital General de Iztapalapa “Dr. Juan Ramón de la Fuente”-, además de pruebas contundentes por venta de plazas y de comisiones sindicales.
Y la señora Franzoni fue la primera en beneficiarse de una reforma estatutaria -impugnada por una coalición que encabeza Heladio de la Rosa- de una segunda reelección.
Lo único claro, hasta ahora, es que la elección del próximo dirigente de los trabajadores sindicalizados del gobierno de la ciudad, es una decisión política. Pero de que hay elementos para cobrarle a Ayala Rivero -y a todos los dirigentes seccionales que se le sumaron- su desmedido apoyo a las candidaturas de Alejandra Barrales y Ricardo Anaya, los hay.
Para empezar, si el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje -presidido por Plácido Morales- actúa conforme a derecho, debiera emitir un laudo en el que considere procedente la nulidad en la toma de nota de Ayala Rivero para el cuatrienio (2019-2023), debido a que no se realizó el congreso extraordinario de delegados como se estableció en la reforma estatutaria.
Adicionalmente, es una irregularidad que el TFCyA haya otorgado la toma de nota con dos años de anticipación a que iniciara esa gestión sindical, lo que la vicia de nulidad, toda vez que los estatutos sindicales señalan que la elección se lleva a cabo en un congreso que se realiza cada cuatro años.
Es claro que, al no estar perfeccionada la reforma estatutaria, en ese sindicato, por tanto, sólo está permitida una reelección, por lo que, adicionalmente, 23 secciones tienen dirigencias espurias y por tanto no son legales.
En esa vertiente, el movimiento emprendido por el secretario general de la sección 1 “Limpia y transportes” adquiere relevancia, por ser la más numerosa y porque tiene razón en su planteamiento: Ayala Rivero dejó de ser útil a los trabajadores, al carecer de interlocución con el gobierno de la ciudad para la solución de los problemas laborales.
Alonso Ortiz tiene otra ventaja: cubre en la actualidad su primera reelección, por lo que su liderazgo no está impugnado legalmente. Se entiende que haya aceptado el apoyo de personajes como Carreón, para mostrar fortalezas.
En caso contrario, aspirantes como Jacinto Gaona y Liborio Muñoz -¿cuál de los proveedores de ropa, con Héctor Ruelas, lo impulsan?-, carecen no sólo de apoyo de trabajadores, sino también de capacidad.
Gaona le apuesta a emerger como tercero en discordia en el choque entre Ayala Rivero y Alonso Ortiz, apoyado por, según él, Basaldúa y García Martínez. Parece jugar a equivocarse, pues de darse un escenario de esa naturaleza, parece obvio que el elegido sería un ex secretario general seccional.
PARA LA AGENDA
Va una aclaración: el hijo del asesor de Ayala Rivero arropado por el subsecretario Basaldúa y el director general de Política y Relaciones Laborales, no es el mismo que tiene una plaza en el ISSSTE -en la que por cierto está comisionado sindicalmente-. La esposa de uno de ellos, de nombre Adriana Rodríguez, también sólo va a recoger sus comprobantes de sueldo, ya que goza de comisión sindical, lo que lleva a preguntar: ¿pago de favores? ¿Corrupción?… Francisco García Culebro, cacique sindical en las estancias de bienestar infantil del ISSSTE padece una enfermedad que le impidió estar en el consejo de su sindicato en Acapulco… ¿Habrá medido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador la fuerte reacción que provocó entre los sindicatos de trabajadores del Estado, incluir en la reforma laboral abrir la puerta a la creación de nuevos sindicatos sin representación real? ¿Quién va a frenar la revuelta que empieza a gestarse por el apoyo que diputados de Morena y del PT les ofertan a esos nuevos sindicatos como el que impulsaron en el ISSSTE? Tiene razón Luis Miguel Victoria cuando cuestiona que decisiones irresponsables -se entiende que de la Secretaría de Hacienda- ponen en riesgo la viabilidad de ese instituto… Y la FSTSE convocó de inmediato a un consejo para visualizar la forma en que enfrentarán lo que parece una embestida innecesaria, en plena crisis por la renuncia de Germán Martínez al IMSS… Por demás interesante la carta que la Dra. Marisol Galindo le dirigió a Rubén Alvarado, dirigente del nuevo sindicato apadrinado por el que, le reprocha, es el partido en el poder, situación que este le recrimina, al SNTISSSTE. Y le recuerda que fue destituido del cargo seccionales que ocupaba en Michoacán por acusaciones de venta de plazas, y que luego solicitó se le mantuviera la comisión sindical con goce de sueldo.