Por Jesús Michel Narváez
Cuando los legisladores federales aprobaron la iniciativa para que se incorpore en la Constitución la paridad de género, generalizaron: gobierno federal, gobiernos estatales, gobiernos municipales.
Dejaron de reconocer los municipios de usos y costumbres en los que las mujeres son menos que 0 a la izquierda.
Y no, no se trata de reducir a la mujer a simple objeto. Sin embargo, la realidad está más allá de las leyes que aprueban y festejan como “un triunfo histórico”.
Senadores y senadoras, diputados y diputadas, decidieron por unanimidad que exista constitucionalmente la paridad, aunque en el país haya más de 50 municipios que se rigen por usos y costumbres, de acuerdo con los datos del INEGI.
Esos ayuntamientos, también reconocidos constitucionalmente no hay más peso que el de los hombres –aunque en algunos de Oaxaca sea a la inversa- y las pruebas están a la vista: en donde una mujer ha ganado la presidencia municipal los hombres y sus grupos la deponen.
Más aún: aquí, en este espacio, la platee el primer problema serio: cómo resolver el número equivalente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El magistrado Horacio Armando Hernández Orozco me ofrece una salida: que el concurso para ocupar un sillón en la Corte sea solamente para mujeres.
Esto, le comenté, sería discriminatorio. Y asintió.
Otro ejemplo es de la postulación al cargo de Presidente de la República, que en la Constitución se establece que el Poder Ejecutivo se deposita en una sola persona. ¿Cómo puede darse el supuesto de la paridad de género?
El tema, me dice el jurista, tendrá que discutirse y aunque de la reforma emerja una ley general –de obligatoriedad- difícilmente, si no que de manera imposible, se aplicaría en los municipios de usos y costumbres.
Bajo esta óptica, la marginación se ampliará y dejará en estado de “suspensión” –en el aire- a las mujeres que en algún momento supusieron tener las mismas oportunidades que los varones.
Pero el trato personal así está reconocido en la misma Constitución, porque, reconoce, México es un país pluricultural.
Porque desde “hace 10 mil años, cuando se fundó Tenochtitlan”, palabras presidenciales de alguien que de no haber sido político sería “historiador o periodista”, se estableció el papel de las mujeres.
Ah, los historiadores de la 4t.
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