*El Planteamiento del Expresidente Alan García
*Cómo Destituir al Detentador de la Autoridad
*¿Requeriría Cambio del Régimen Presidencialista?
*Ciudadanos Poco Satisfechos de las Instituciones
Por Iván Ruiz
Llámenlo como quieran, pero no se mueve un ápice de lo que piensa… y trata de llevar a cabo.
Dicen los psicoanalistas, que un fanático “piensa poco y nada”.
Consideran que “asume lo que otros le dan como bueno y desarrolla, más que sentimientos, pasiones incontrolables que le arrastran a acciones inconscientes de las que ni siquiera se arrepiente porque no puede valorarlas”.
Y precisan: “El fanático sólo conoce una idea. Digamos mejor que sólo acepta una idea, aunque no ha llegado a esa aceptación por propio convencimiento…”
En el caso de México hay muestras de actitudes de tal naturaleza, posiciones que se han mantenido incólumes desde hace casi dos décadas.
No es sano, pero sucede. Un ejemplo es la consulta pública telefónica llevada a cabo desde la Jefatura de Gobierno en 2002 y la ratificación del mandato del entonces titular con el 95.3% de la votación registrada.
Aquel ejercicio, sin embargo, no se consideró como un parámetro para las elecciones del 2003, sino como simple y llana propaganda. De todas maneras, la votación dependió de los electores.
Recientemente la Cámara de Diputados aprobó la revocación de mandato. La minuta se encuentra en el Senado de la República, unida a la de consulta popular. Pretenden separarlas.
Por cierto, el ex mandatario de Perú, Alan García (quien se suicidó hace unos días), explicaba que la revocación de mandato se decide en las urnas por el mismo cuerpo electoral que designó al funcionario público y no supone una acción judicial que exige las garantías del debido proceso, a diferencia del juicio político y el impeachment.
En el caso mexicano se ha señalado que se trataría de la aplicación de la democracia semidirecta.
La revocación de mandato es un recurso del pueblo contra sus gobernantes. En otros países tiene su historia. A principios del siglo XX se anexó este mecanismo en los Estados Unidos; en la mayoría de sus estados se ha incorporado en sus constituciones locales y se aplica a los representantes y jueces estatales y municipales. En Suiza, se utiliza para pedir la disolución de las asambleas representativas. Se estableció para destituir al presidente de la República en 1919 en Alemania y en España de 1931.
Armando Rendón Corona, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztapalapa, señalaba hace más de una década que la función de la revocación de mandato es resolver una crisis de gobierno destituyendo al detentador de la autoridad, no sólo cuando se presenta un conflicto entre poderes, sino cuando la sociedad se vea afectada por autoridades que ataquen el sistema democrático y abusen del poder o incumplan con sus responsabilidades.
Explicaba que en el caso de México no es posible la revocación de mandato, ni del jefe del Estado ni del Congreso de la Unión; constitucionalmente no existe esa posibilidad; siendo un régimen presidencialista, no hay control recíproco entre los poderes Ejecutivo y Legislativo.
El problema, agregaba, se remite a un cambio del régimen presidencialista autoritario por otro de tipo semipresidencial o de plano parlamentario, en el que el jefe de Estado pudiera tener facultad de disolver la Cámara de Diputados y a la inversa. En esa eventualidad, tendría que ser convocado a consulta todo el cuerpo electoral nacional.
No se excluye, por lo tanto, al jefe de Estado y, en el caso de regímenes parlamentarios, al primer ministro salido de la mayoría de la cámara de representantes, aunque aquí la vía corta es la destitución por la mayoría parlamentaria a consecuencia de un voto de desconfianza.
La revocación del mandato del jefe del Estado es equivalente en importancia a la disolución de la asamblea legislativa. La posibilidad de revocación existe en el caso de desaparición de poderes declarada por el Senado en una entidad federativa (por ejemplo), que daría lugar a nuevas elecciones de legislaturas local o de gobernador.
Para estudiosos parlamentarios como Salvador Moreno Pérez, Kenya Atenas y Nelly Lizárraga Morales “…la falta de información y claridad en el proceso no sólo de revocación de mandato, sino de mecanismos democráticos de forma directa en México, da como resultado una participación momentánea y con una ciudadanía poco satisfecha de las instituciones en su conjunto; por tanto, se requiere revalorizar la importancia de la participación ciudadana como base de la soberanía para incidir en el sistema político y electoral, colaborando de esta manera para lograr una cultura de la democracia directa en México”.