La Reforma Laboral sí Será Piedra en el Zapato del T-Mec

*No Convence que la Magia Aumentará Salarios

*Y a Toda Marcha el Proceso Electoral en EU

*Pero no hay Avance Alguno Para Unificar Criterios

Por Jaime Contreras Salcedo

No sin sombrerazos ni arrempujones, la llevada y traída reforma laboral que ha sido aprobada por el Legislativo recientemente conlleva una serie de dificultades en su instrumentación que, ojalá nos equivoquemos, podrá ser piedrota en el camino hacia la ratificación del tratado trilateral, en especial en los Congresos de Estados Unidos y Canadá.

Nos tratan de vender la historia de que, ni hablar, al aumentarse casi en automático la productividad en la región de Norteamérica, se mejorará consustancialmente la relación entre empleadores y asalariados, entre el capital y el trabajo, pues, circunstancia que hará, casi por ensalmo, que aumente también el ingreso de los trabajadores mexicanos, hoy con sueldos muy inferiores (hora hombre) a los que privan en los suelos canadiense y estadounidense, salvo que tengamos información equivocada.

Pero no hay tal. De muy buena fuente en el Capitolio nos han platicado que republicanos y demócratas no van a ser tan condescendientes con el gobierno de la 4T como, opinan, ocurre en suelo mexicano, que todo quieren hacer para ganar tiempo menos reabrir las negociaciones de lo que juzgan, pero no admitirán nunca en público, fue un logro de la administración del defenestrado Enrique Peña Nieto.

Prueba de ello, añaden nuestros amigos, es que, no obstante que los lobistas del gobierno federal ya se mueven con cierto nerviosismo en los pasillos de la Cámara de Representantes y del Senado norteamericano para “apoyar con información en lo que se ofrezca”, y se burlan sin sonrojo nuestras fuentes, en los hechos no hay avance alguno para unificar criterios y, sobre todo, votar para sacar adelante el TMEC. Ni la habrá, aventura el experto que les contaba.

Este acuerdo, vale la pena no olvidar, sí busca el aumento de los salarios en la región con base en la productividad y en el fortalecimiento de industrias como la automotriz. De hecho, nos dice este analista y consultor de senadores estadounidenses, las socias contrapartes en las armadoras le estamparon en la cara a las mexicanas que sí había un plus en los fabricantes mexicanos por ese desnivel de ingresos en donde, como sabemos el ingreso más bajo por hora en el norte es de 16 dólares la hora y aquí no rebasan los ocho o nueve, al día, y ya ni hablamos de otras prestaciones que allá del otro lado cubren los empresarios y no el gobierno, como ocurre en estas latitudes.

Con todo, la titular de la Secretaría del Trabajo, Luisa María Alcalde Luján, insiste en llevarnos por otras calles más sinuosas, en una suerte de desviación retórica que no logra sorprender a algunos y sí enoja a muchos, porque ratifica, machaca y repite hasta el cansancio que con la nueva política laboral que a ella le tocará poner en marcha, se acabó casi casi el charrismo sindical, los trabajadores podrán elegir libremente a quien quieran como su dirigente obrero, habrá transparencia y rendición de cuentas en eso de los gremios y todos viviremos felices por secula seculorum, o cómo iba.

Dentro de las voces que han aportado su grano en este asunto, rescatamos la de Kenneth Smith Ramos, jefe negociador técnico del acuerdo por el lado mexicanos, que ha dicho a propios y extraños que el T-MEC, per se, no incrementará por decreto los salarios, y la reforma laboral tampoco se enfoca en aprobar un alza de los mismos, pero estas nuevas normas impulsarán “un incremento paulatino y real de los sueldos”. El pequeño problema será ubicar cuándo.

El experto, todavía de la mafia del poder, es decir, del anterior sexenio, dijo en su momento que en el sector automotriz se acordó, por ejemplo, un esquema de porcentajes de producción por vehículo, para que 40 por ciento de las unidades provenga de regiones donde la industria pague más de 16 dólares la hora. Si bien México no cumple ese requisito; en el corto y mediano plazo, aumentarán los salarios, tanto en las tres latitudes, tendencia que se mantendrá así, “lo que es algo positivo para nuestros trabajadores”. Ya la hicimos.

Ya entrados en el optimismo rampante, Smith Ramos se fue hasta la cocina y nos apuntó que en la medida en que los tratados (con otros países, queremos pensar), generen mayores oportunidades de comercio e inversión, habrá incentivos adicionales para que la gente ingrese a la economía formal. ¿Así o más soñador, mi estimado José?

Lo que sí va dentro del T-MEC, nos recuerda el amigo, son disposiciones específicas para México en materia de negociación colectiva, tales como: garantizar el derecho de los trabajadores a participar en actividades de contratación colectiva y a formar o afiliarse al sindicato de su elección.

Establecer órganos independientes e imparciales para registrar elecciones sindicales y resolver disputas relacionadas con la contratación; fijar requisitos para el registro de contratos de esta naturaleza, así como garantizar la transparencia en todas y cada una de las negociaciones que se hagan con la testificación cabal de la autoridad.

No queremos pecar de aguafiestas, pero en el papel parece muy cuesta arriba que canadienses y estadounidenses no lean la letra chiquita o la inexistencia de políticas concretas que abonen en favor de lo que ellos llaman “conductas indebidas” de los empresarios mexicanos en detrimento de los intereses de estos socios nada bondadosos, por más que se nos quiera vender la píldora en contrario.

Hay un factor más que no podemos soslayar. Al cien por ciento seguros de que en la misma medida en que se acerquen los calendarios electorales allende el Bravo, el tratado de marras se tornará en un ariete para que demócratas y republicanos le den con todo, al negro llamado México y que eso postergue la entrada en vigor de lo que presuntamente pudiera importarnos más. Y ya se sabe, de inmediato calificadoras, agentes de inversiones y una cofradía de perversos especuladores, aprovecharán para seguir minando nuestras endebles finanzas públicas que, ya de por sí, tendrán que enfrentar sufridos intersticios y vericuetos en el quehacer nacional.

Para que luego no se ande diciendo que no se los dijimos. Amanecerá y veremos, como el clásico lo dicta.

Por lo pronto, estas Lascas Económicas andan escépticas junto con otras piedras rodantes y no tanto en eso de acercarse a sus pares canadienses y estadounidenses para hacer realidad eso del T-MEC y una que otra historia que nos quiera vender el respetable. Y ya le espera con toda calma, sí, pero la semana próxima en este espacio.Jacs95@hotmail.com.

 

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