Sobre la Conquista Española

Las Revueltas de Silvestre

*Colonización: Peninsulares e Indígenas

*Estrategia de Cortés dio Resultados

*En la Independencia Fueron Derrotados

*Y los Criollos Usufructuaron el Triunfo

Por Silvestre Villegas Revueltas

Del momento en que salió a la luz pública el video del presidente López Obrador donde señalaba que en una carta le había pedido al rey de España Felipe VI una disculpa pública por los acontecimientos de la conquista, y de que el diario El País publicó algunos pasajes de dicha misiva, han salido como cascada editoriales periodísticos, se han reproducido artículos académicos, hemos oído debates en la radio y televisión donde las posturas han sido las más de las veces opuestas, algunas otras parecían uniformes coros evangélicos, las opiniones más ponderadas aparecieron entre los académicos del mundo anglo-estadounidense en cambio, de una manera comprensible la clase política española reaccionó como era de esperarse: ácida, soberbia y antimejicana. Los casos más extremos fueron la de los impresentables “santones” de las letras españolas: el majadero Pérez Reverte y el cipayo Vargas Llosa.

Para el caso que nos ocupa y hasta el momento en que se escriben las presentes líneas (27.03.19) el pueblo mexicano y los medios no conocen la totalidad de la carta presidencial, ello es muy importante, porque como lo sabemos cualquiera de los profesionales que analizamos textos, la totalidad de un documento exhibe la racionalidad de sus argumentos, tiene un ritmo y un sonido que complementan la intencionalidad de quien lo ha escrito. No pretendo defender la susodicha carta porque me parece ha sido erróneo el procedimiento empleado, sobre todo porque las declaraciones del Presidente siempre son elementales en su fraseo (video en Comalcalco) que no en su concepción: por ello, repito, me gustaría conocer la carta completa y la dirigida al Papa Francisco. En cambio, lo que sí pretendo hacer, es exponer a mis queridos lectores una visión sobre el proceso que comienza con la conquista del Imperio Mexica, se formaliza con los tres siglos coloniales, continúa con los problemas que respecto a los indios ha tenido México/Latinoamérica en sus prácticamente dos siglos de vida republicana independiente.

Es un denominador común entre la comunidad académica de historiadores profesionales, que no entre los pseudo-historiadores que usufructúan en los medios de comunicación, que la guerra entablada por Cortés en Centla (1519) hasta la caída de Tenochtitlán en 1521 fue obra de un pequeño grupo de soldados españoles, bien comandados y fogueados en las luchas de la tardía Edad Media Castellana, ayudados por decenas de miles de indígenas totonacos, tlaxcaltecas, purépechas y otros más que ODIABAN EL IMPERIALISMO ejercido por las autoridades y guerreros “aztecas”. La estrategia de Hernán Cortés dio resultados: se hizo de poderosos aliados indígenas que no eran mexicas, nulificó a Moctezuma, como en toda guerra las enfermedades mataron a muchos indios que no tenían anticuerpos para semejantes padecimientos y terminó derrotando a Cuauhtémoc. La colonización del territorio que constituiría la Nueva España entre 1521 y, pongamos 1600, la llevaron a cabo algunos peninsulares y una multitud de indígenas. Para inicios del siglo XVII la mayoría de las comunidades de indios del más septentrional virreinato español estaban totalmente sometidos a los dictados de la legislación española, sobre ellos pesaban las cargas tributarias de un riquísimo clero católico que produjo magníficas obras conocidas mundialmente como el Barroco Novohispano. Soportó en carne propia el desprecio y asesinato que le propinaban hacendados, mineros, amén del desdén con que se les trataba en las casas “españolas”: seguramente los indios de aquellos años maldijeron una y mil veces a aquellas autoridades indígenas que ochenta años atrás se aliaron con las huestes cortesianas. Quisieron creer, fueron engañados y en su error llevan el día de hoy una condición socio/económica deleznable que otros pueblos originales han podido resolver con mayor o menor fortuna en otras latitudes y otros continentes.

Si bien la Conquista a nivel de la Nueva España e Hispanoamérica representó una terrible violencia contra las comunidades indígenas, éstas durante el proceso de las independencias nacionales (1808-1826) propinaron a los españoles no solamente importantes derrotas a nivel militar, sino que el odio ancestral produjo matanzas en ciudades, haciendas, conventos. Los ejércitos de Bolívar, de Sucre, de Hidalgo y Morelos estaban compuestos por millares de indígenas, a éstos se le agregaron las castas, producto de los más diversos resultados genéticos entre blancos, negros e indios. Sin embargo, fueron los criollos a nivel subcontinental quienes auspiciaron, se apropiaron y usufructuaron el triunfo independentista que a la postre se materializó en la construcción de estados nacionales como el Perú, Colombia, Guatemala, Chile y México entre otros. Se encuentra en algún párrafo de la carta presidencial y en ello coinciden las críticas más ponderadas en América y España, que durante la maduración de las repúblicas hispanoamericanas las autoridades de nuestros países no resolvieron en los siglos XIX y XX el problema social y económico de “los pueblos de indios”. Yaquis, araucanos, mayas y muchos otros pueblos siguieron en condiciones iguales de sometimiento al que se ejercía en tiempos coloniales; reconocemos la muy buena descripción de las inhumanas condiciones de los indios en el Putumayo peruano realizada por Vargas Llosa en su libro Los sueños del celta…pero como partidista “español” me enerva.

Finalmente, aquellos sociólogos, antropólogos y autoridades que estudian o tratan de implementar medidas para mejorar las condiciones de los indios en México y en el subcontinente subrayan, que una cosa es pagar mejores sueldos, pagar mejor las cosechas, brindar educación superior de calidad y mejorar toda una serie de realidades socioeconómicas, y otra es que las sociedades latinoamericanas transiten a ver el conglomerado indígena latinoamericano como a un igual. Ello no se ha dado, lo último y más evidente ejemplo en México fueron los memes y agresiones que sufrió la actriz Yalitzia Aparicio, de raigambre indígena, en la multipremiada película Roma, sin olvidarnos de expresiones como “no seas indio”, “naco”, “nopal” y un largo etcétera.

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