Por Jesús Michel Narváez
Queda claro que el Presidente tiene salidas para todos los temas,
Después de ser el blanco de las benditas redes sociales por su reclamo al rey de España y al jefe de la Iglesia Católica, para que pidan perdón por las atrocidades cometidas durante la conquista realizada con “la espada y la cruz”, lanzó la pregunta al aire: ¿Quién ha visto la carta?
Porque, afirmó, no la henos divulgado por “respeto”.
Admitió, sin embargo, que sí existen.
Negó que el contenido haya sido “filtrado”.
Nadie, fuera de su gabinete y cercanos colaboradores, las ha leído. En efecto. No las conocemos físicamente.
Sin embargo, fue él, con su propia voz y en un video grabado en Tabasco, en donde el mandatario habla del tema y expone la necesidad que el Rey de España, Felipe VI y el papa Francisco, soliciten ser perdonados para que la reconciliación avance.
Vaya: arrojó la piedra y escondió la mano.
Nadie le disputa al Presidente su derecho a decir lo que quiera. Para eso es el Jefe del Estado Mexicano. Para eso lo eligieron 30 millones. Para eso se le paga un salario, aunque se la mitad de lo que ganaba su antecesor.
Lo que se reclama y con bases sólidas es que sus palabras hayan brincado el charco y provocaran un tsunami de comentarios, todos en contra.
Y poco le ayuda Epigmenio Ibarra con twittear que ya es tiempo de que los españoles se lleven sus espejitos y nos regresen lo que es nuestro.
A casi 498 años del evento, pareciera que la herida no ha cerrado en aquellos que sostienen que los españoles fueron (¿son?) unos bárbaros genocidas.
Y si estaba ahí, guardada en lo más profundo, se abrió y de ella manó la sangre que difícilmente será de color “rojo indígena”, sí, de aquellos que formaban los “pueblos originarios”.
Al Presidente lo criticaron en las benditas redes sociales y tendrá razón en llamar “fifís” a los que imitaron a quienes cuestionaron a Francisco I. Madero.
Cómo hay similitudes en los memes de ahora a los cartones del Imparcial o del Hijo del Ahuizote.
Para los historiadores, el reclamo presidencial estuvo fuera de lugar.
Y no solo para los estudiosos mexicanos sino para los españoles y los italianos.
El Presidente está en su derecho, insisto, en actuar como crea que es lo mejor para el país.
Quizá los tiempos no han sido los adecuados. Decía un experto: en asuntos de tanta lejanía no hay tiempos perfectos pero tampoco son inexistentes.
¿Habrá forma de contratar nuevos y eficientes asesores?
Porque el que sale raspado es el Presidente, no aquellos, si es que trabajan con él, que hicieron la sugerencia.
Es hacer ruido con pocas nueces.
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