*La Peligrosa Cirugía Mayor que se Lleva a Cabo
*Cientos de Muertos ha Costado el “Oro Negro”
*Asesinatos de “El Güero” Kehoe y Torres Pancardo
*Una Serie de Quebrantos Orquestados en el S. XXI
*Constantes Accidentes en Refinerías e Instalaciones
Por Nidia Marín
Gota a gota o en chorros, la historia del oro negro en México se ha escrito con sangre. Atentados, sabotajes, accidentes y robo de combustible constantemente dibujan la violencia. Hoy también.
Sea entre la selva, la sabana o los prados, la sangre y el delito están presentes. Y en el transcurrir del tiempo y las transgresiones en el siglo XXI Pemex está postrado.
En los años del siglo pasado y lo que va del actual se pierden las cifras de cada percance. ¿Cuántos de cada uno? Solo la petrolera lo sabe… y lo calla, mientras la cirugía mayor que requiere esa industria está en marcha con elevado riesgo para la estabilidad social y la economía de la República.
La alienada estrategia de cerrar ductos ya está abrasando parte de la seca pradera: suman más de 25 mil dólares diarios por cada uno de los 24 buquetanques sin descargar mercancía, fondeados en los puertos de Tuxpan y Coatzacoalcos. Ya se adeudan más de 4 millones 800 mil dólares (por 8 días). Y contando.
Pero, el “Oro Negro” ha sido costoso en vidas. Son una serie de hechos en los que han muerto cientos, que traspasa la actual centuria. En materia de atentados, hace casi 42 años (febrero de 1977) que por supuestas razones intersindicales y de corrupción, se registró uno, al ser baleado y muerto a unas horas de haber tomado posesión como secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, el líder de Poza Rica Heriberto “El Güero” Kehoe Vincent, por el trabajador Antonio Madrigal Mendoza.
Un mes después, en un carreterazo falleció Oscar Torres Pancardo, también ya como secretario general del STPRM y posteriormente Mauro Melo, secretario de Vigilancia.
Dos años antes en Macuspana, Tabasco se suicidó el secretario general de la sección 29 (Comacalco) Félix Lezama Álvarez y apareció muerto Jaime Marín Severa, tesorero. En una carta, Lezama Álvarez se responsabilizó del asesinato de Marín Severa. En 1989 Joaquín Hernández Galicia “La Quina” sería detenido y responsabilizado de la serie de asesinatos.
Eran los tiempos del Movimiento Nacional Petrolero, de Hebraicaz Vázquez Gutiérrez y sus eternos enemigos: Salvador Barragán Camacho “El Negro”, de Héctor Hernández “El Trampas” y otros tantos sindicalistas.
LA MALDAD Y LA FALTA DE PERICIA
Pero la muerte ligada con el oro negro en México tiene toda una gama de protagonismos. En la centuria en marcha, han ocurrido muertes en las calles de Guadalajara, Jalisco, en las refinerías de La Cangrejera, Cadereyta, así como en sus instalaciones en la Ciudad de México (torre de Pemex con 38 víctimas mortales), de Salamanca, Valle de Santiago y Celaya, Miguel Hidalgo, en Tula; Pajaritos, en Veracruz, también en la llamada Lázaro Cárdenas, en Veracruz y en Reynosa, además de los sucedidos en los diversos ductos, específicamente en cientos de las 12,581 tomas clandestinas por el huachicoleo. Hoy, en esta administración, suman cinco los sabotajes a dichas tuberías, declaró el presidente López Obrador (hasta la hora de cerrar esta edición).
Pero como las venas petroleras corren por toda la República Mexicana, en el siglo XXI se han convertido realmente en un objetivo delincuencial. Entre 2003 y 2012 (gobiernos panistas) sucedieron 22 accidentes en ductos de PEMEX. En su mayoría causaron daños ambientales, aunque también hubo víctimas tanto mortales como heridos. Cerca de un centenar en el primer caso y más de 200 fueron los lesionados.
Hoy, el “top ten” de las entidades que sobresalen en el rubro de tomas ilegales, de acuerdo a Pemex (en su reporte de 2018) son: Puebla, con 1,815; Hidalgo, con 1,716; Guanajuato, con 1,547; Veracruz, 1,338; Estado de México, 1,268; Jalisco, 1,263; Tamaulipas, 1,084; Sinaloa, 412; Tlaxcala, 375 y Querétaro, 275.
En contraparte son sólo siete, los estados en los cuales no hay una sola toma, según la petrolera mexicana: Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Nayarit, Quintana Roo y Zacatecas.
Se ha dicho, (sin que se compruebe) que, tanto trabajadores sindicalizados (y sus líderes) como empleados de confianza han sido los presuntos responsables sea de accidentes o de las violaciones a la ley, en lo cual un papel preponderante lo tienen los integrantes del crimen organizado. Los denominan “delincuentes de cuello azul”.
La actual decisión presidencial de combatir el huachicoleo (derivada en una riesgosa escasez de combustibles), no ha sido la única puesta en marcha. En el segundo mes del gobierno de Enrique Peña Nieto, en enero de 2013, fueron despedidos aproximadamente 15,000 trabajadores de confianza de la industria petrolera, señalados por corrupción o como supuestos responsables de accidentes por falta de pericia.
Fue la consecuencia de que en octubre de 2012, ya como presidente electo, el mexiquense hubo de conocer de tres “accidentes” en refinerías y ductos de PEMEX que se produjeron en menos de una semana, en un caso fue dos veces en la refinería de Salina Cruz, Oaxaca y el ocurrido cerca de Tepejí del Río, Hidalgo. Los anteriores fueron en Jalisco y en la propia Salina Cruz.
La red de ductos tiene una longitud de más de 65 mil kilómetros, aunque no todos están en operación, presuntamente por razones de mantenimiento. Hoy con el cierre de muchos se desconoce cuántos de la red están trabajando.
FUGAS Y DERRAMES ACCIDENTALES
Desde 2013 los especialistas advirtieron que las fugas y los derrames de los fluidos transportados por ductos, representaban grandes pérdidas, tanto del producto, como económicas, ecológicas y hasta de prestigio para PEMEX.
Los profesores Daniel Romo Rico, del Politécnico; José Cruz Escamilla Casas, de la Universidad del Estado de Hidalgo y Arturo Ortiz Ubilla, también del IPN señalaron que, en general, las fugas y/o derrames en ductos pueden originarse por la corrosión externa, corrosión interna, agrietamiento por corrosión bajo esfuerzos, defectos de fabricación, fallas en la construcción del tendido, mal funcionamiento de equipos, daños por terceros, operaciones incorrectas de los trabajadores y afectaciones del clima y fuerzas externas (tormentas eléctricas, lluvia o inundaciones, huracanes, sismos, erosión y deslaves o movimiento del lecho marino, por ejemplo).
En Pemex, explicaron, las fugas y derrames, no vinculados con actos ilícitos, se relacionan en alrededor de 65% con problemas de corrosión y aproximadamente un 30% es provocado por bacterias. El resto se distribuye entre la falla de material y faltas en la aplicación y manejo de procedimientos.
En los gobiernos panistas, en términos de volumen, se registró una disminución de accidentes entre 2004-2006 sobre los niveles de los cinco años previos, pero “en 2007 volvieron a repuntar en parte por los sabotajes registrados. En 2008 se registró su menor nivel de la década, pero para 2009 volvieron a crecer, también en parte, por accidentes originados por tomas clandestinas”.
Hoy, ya lo estamos viviendo, por las actividades delincuenciales de algunos trabajadores, empleados, empresarios gasolineros y exfuncionarios (los dos últimos denominados “de cuello blanco”), el contubernio de ciertas autoridades de los gobiernos estatales o municipales y policiales y las decisiones presidenciales extremas -la falta de oficio de los titulares de las áreas correspondientes a Petróleos Mexicanos y Energía-, estamos en la peor crisis de que se tenga memoria por lo menos en los últimos 60 años.
Y me canso ganso, que los mexicanos estamos pagando el pato. Sólo hay que preguntar cuántos niños no están yendo a la escuela porque los padres carecen de gasolina, a qué grado está llegando el ausentismo laboral, las consecuencias de desabasto de más de una semana sin combustible, las pérdidas en el campo, en el turismo, en los negocios y demás.
Las estragos son para todos: ciudadanos y gobierno.