Siri Hustvedt.
La mujer temblorosa
o la historia de
mis nervios.
Editorial Seix Barral,
Barcelona, España,
2020.
240 páginas.
Por David Marklimo
Cuando uno empieza a escribir no siempre sabe qué obtendrá, qué clase de texto saldrá. Incluso, también le sucede al lector. ¿Qué es eso? ¿Un ensayo? ¿Una novela? ¿Una autobiogafía? ¿Una crónica? Muchas veces, es tal la necesidad de expresarse que el resultado es una mezcla de los géneros literarios. No siempre sale bien.
En 2006, mientras hablaba en público en un homenaje dedicado a su padre, Siri Hustvedt comenzó a temblar descontroladamente de la cabeza a los pies. Era como si de repente se hubiera convertido en dos personas y no fuera capaz de reconocerse en esa parte de ella que parecía enferma. Cautivada por aquel episodio, decidió ir a la búsqueda de la mujer temblorosa. Así nació La mujer temblorosa o la historia de mis nervios. Salir a buscar algo que se desconoce, no tener claro a dónde se va, es una de las cosas más complicadas de la vida. Así, Hustvedt decidió que iría a fondo, que abarcaría todos los rincones posibles a efectos de poder explicar por qué temblaba.
¿Es está búsqueda una obsesión? Visto lo que se narra en el libro, diríamos que sí. Fiel a su rigor y auto exigencia en conocer a fondo los temas que le interesan, se involucró para ello en un grupo de estudio con neurólogos, psiquiatras, investigadores, dio clases en talleres literarios para enfermos internados en hospitales psiquiátricos. Pronto nos damos cuenta que esta pesquisa se amplía, que todo está interconectado, obra y vida, talento y dedicación, porque, más allá de la propia búsqueda de la causa de su enfermedad, el libro se adentra también en el análisis y exploración de quiénes somos y qué sabemos de nosotros, qué recordamos y el porqué. Se nos entrega, pues, un libro único en el que la ciencia y la literatura caminan de la mano con el objetivo de iluminar aquello que no conocemos de nosotros mismos.
En este libro, Hustvedt no duda en ponerse en primera línea como ejemplo o como propia protagonista, pues expone sus motivaciones, pero también sus debilidades. Toda enfermedad tiene algo ajeno a nosotros e implica la sensación de invasión y pérdida de control, escribe Hustvedt en las primeras páginas del libro. Imposible no estar de acuerdo en estos tiempos de la Covid.
Uno de los primeros puntos del libro se centra en la memoria y la percepción. O más exactamente en los mecanismos que posee nuestra mente para recordar y reconstruir. Es el presente el que colorea el pasado y la memoria es, a la vez, cambiante y creativa. Recordar o no hacerlo implica todo un acontecimiento. Así, pronto nos damos cuenta que las lesiones que afectan a la memoria también lo hacen a la imaginación, puesto que imaginar el futuro no es otra manera que recordar hacia adelante.
Hustvedt nos habla también de la sinestesia de tacto-espejo y el transitivismo, término acuñado por Carl Wernicke en 1900 y que lo definió como una proyección de nuestros síntomas a un doble con el fin de salvaguardarnos de ellos. Entramos en el juego relativo a la relación entre el cuerpo y la mente. Esta relación entre ciencia, razón, mente, cuerpo y emociones tratada en este ensayo, y que aborda al final del libro al hablar de cerebro y mente, de neuronas y pensamientos y la relación entre biología, neurología y psicología, es algo que la autora expone y amplía en su más reciente libro «Los espejismos de la certeza» y que, en parte, van relacionados en el sentido que tratan el conocimiento, el pensamiento y las emociones como algo intrínseca y orgánicamente unido.
En contra de la visión más estereotipada que asume que la terapia cognitivo-conductual se limita a trabajar con síntomas y diagnósticos clínicos, ésta sintetiza y ordena para su hipótesis de trabajo toda la información concerniente a factores situacionales e interpersonales; experiencias tempranas y formativas; factores biológicos; patrones de conducta, pensamiento y emoción; esquemas subyacentes; y fortalezas. En ocasiones, una comprensiva formulación del problema es suficientemente terapéutica: este parece el caso de la mujer temblorosa.