La construcción de la lesbiana perversa:
Visibilidad y representación de las
lesbianas en los medios de comunicación.
Beatriz Gimeno.
Gedisa Editorial,
Madrid, 2018.
Por David Marklimo
De una parte, a esta fecha, hay un sin fin de obras que han seguido la estela de A sangre fría o La canción del verdugo. Con matices, son literatura de No-Ficción, a caballo entre la crónica periodística, el ensayo y la novela, donde el escritor no sólo cuenta con detalle lo que ha sucedido, sino también nos da una interpretación y brinda testimonio de las incongruencias de lo que sucedió. Este resurgimiento empezó en la literatura francesa, con la novela de Carreré, El adversario y después con Läetita o el fin de los hombres.
En nuestro idioma, podríamos ubicar a Juan José Millás con su relato Hay algo que no es como me dicen: El caso de Nevenka Fernández contra la realidad. También, cómo no, a Volpi y su disertación / investigación sobre el caso Cassez – Vallarta, Una novela criminal. Ahora, este género literario da una vuelta de tuerca con la novela La construcción de la lesbiana perversa, que nos narra el caso Wanninkhof: un 9 de octubre de 1999, Rocío Wanninkhof (de 19 años) sale de su casa y ya no se la vuelve a ver hasta que el 2 de noviembre hallan su cuerpo desnudo, quemado y desfigurado. La presión social y mediática afecta la investigación, errática y plagada de inconsistencias. La necesidad de resolver el caso hará que el foco se detenga sobre Dolores Vázquez, ex pareja de la madre de la víctima, que será declarada culpable y entrará en prisión en 2001. No será hasta 2003, y gracias a otro caso, que se reconozca su inocencia señalando sin discusión al autor material, Tony King.
La construcción de la lesbiana perversa está escrita de un modo sencillo y entendible que facilita cierto hilo conductor para la comprensión del proceso de creación del monstruo lésbico por parte de los medios de comunicación. El prejuicio contra las lesbianas y su invisibilidad social condenaron a Dolores Vázquez por un crimen que no había cometido. Su historia ejemplifica cómo el odio atávico, el miedo y la incomprensión hacia las lesbianas pueden convertir a los aparentemente neutrales medios de comunicación en instrumentos de la construcción de un estereotipo: el de la lesbiana perversa, un blanco fácil para el linchamiento público.
Esta crónica está muy bien documentada en base a las noticias y los hechos de aquel momento, y trae una discusión muy interesante sobre la forma en que se cuentan las noticias. Gimeno, a partir de un exhaustivo y apasionante análisis de las noticias relacionadas con el caso Wanninkhof publicadas en El País, ABC y El Mundo entre 1999 y 2006, ilustra los problemas que tienen los medios de comunicación para trasladar a la sociedad la existencia “normalizada” de una lesbiana real, difícilmente reducible a objeto erótico y que, además, no vive aislada ni al borde del abismo, sino en el entorno de una familia que a menudo incluye hijos. Las lesbianas nunca están con nosotros, sino siempre en otro sitio: en la imaginación, en las sombras, en los márgenes, escondidas de la historia, fuera de la mirada, fuera de lo imaginable, representadas siempre como un trágico error…
En última instancia, la obra es una descripción del concepto de lesbofobia, el odio y temor hacia las mujeres homosexuales. Se intenta poner sobre la mesa un sinfín de elementos que constituyen el nubarrón eléctrico de mitos que se cierne sobre las mujeres y la violencia que se ejerce sobre ellas. Un claro ejemplo es la presunción del crimen sexual como producto de una atracción erótica inevitable del agresor hacia la víctima, cuando en realidad es un tipo de violencia cuyo único objetivo es su quiebra y sometimiento, y ahí reside el placer para el agresor. En última instancia, también es un acto de memoria, pues le hace justicia a una mujer a la que nunca se le ha llegado a pedir perdón por el calvario que tuvo que padecer.