El IMSS y su Burocracia

Por Alberto F. Mena Mallen

Luego de casi año y medio, el IMSS dejó de atender a los derechohabientes para avocarse a quienes resultaron contagiados por el Coronavirus, tiempo en el que muchos pacientes vieron aumentar sus padecimientos y ante la imposibilidad de que fueran atendidos por esta institución, hubo quienes buscaron la atención de la medicina privada, y claro, tuvieron que gastarse unos buenos pesitos en ello. Además, no iban a los hospitales por el temor al contagio del Covid.

Resulta que, al llegar al semáforo verde, dicha institución inició la atención de sus pacientes para ponerse al corriente con los rezagos que se tenían pendientes y para ello personal de los hospitales, donde se encuentran las especialidades, llamaron a quienes vieron truncados sus estudios y operaciones correspondientes a sus males, y todos además de asombrados por el trato otorgado, estaban felices porque ya podían curar sus anatomías maltrechas por el tiempo y sin atención.

Se realizaron los estudios respectivos para que los viera nuevamente el doctor y se les dio cita para que reiniciaran sus tratamientos, pero resulta que quienes no fueron a la misma, por tener algún problema con su salud, personal o familiar, requirieron ir a su hospital a solicitar una nueva cita misma que les fue otorgada.

Pero, -siempre existe uno o varios-, cuando se acudió a dicha cita, resulta que se le anotó en el carnet personal, pero no lo registraron en el sistema, lo que generó que cuando fue a ver al doctor, éste no lo tenía registrado, así que el paciente se tuvo que tragar el coraje, en principio por la primera vuelta para sacar la cita y después, porque no lo atendieron en la segunda vez.

El paciente fue a la dirección del hospital para ver que se podía hacer. Quien lo atendió, hizo algunas llamadas y ordenó que fuera al control central para que le renovaran su cita con el especialista. Resulta que ahí le dijeron que no había agenda y que volviera en 15 días para que le otorgaran de nuevo su cita.

El personal solo otorgaba disculpas por el mal rato que se pasa debido a este tipo de hechos, pero que finalmente no resuelven el problema a los derechohabientes, quienes tienen que padecer la burocracia y los malos procedimientos que se tienen en este Instituto, cuando la tecnología puede evitar estas pérdidas de tiempo y dinero, -se gasta en transporte-, si se aplicara adecuadamente, pero tal vez, los recortes a los presupuestos de salud por la susodicha austeridad “antirepublicana”, genera estos momentos nada agradables.

Otra experiencia relatada por los pacientes fue el hecho de que el médico familiar solicitó a uno de ellos que se realizara estudios y placa de rayos x, indispensables para ser enviado al especialista; esta persona le comentó al galeno que ya le habían realizado esos estudios unos 15 días antes cuando fue a ver a otro especialista, que no lo pudo recibir porque su cita no estaba registrada en el sistema, ni en la lista del doctor, por lo que el médico familiar señaló que los iba a buscar en su computadora, en el expediente de la persona en cuestión, pero resulta que no los pudo ver porque no los encontró todos, solo el de rayos X, así que le tuvo que solicitar los estudios de laboratorio.

Con lo anterior, se nota que no hay una coordinación de los sistemas del IMSS, lo que genera desperdicio de recursos para la institución ya que se duplica la realización de estudios por este tipo de atenciones, además de que al paciente se le maltrata al hacerle perder tiempo y esfuerzo que puede utilizar para otros asuntos, aparte del coraje de enterarse de lo mal que se hacen las cosas en el Seguro Social.

Otro mal que se padece en esta institución es el de la comunicación vía telefónica, ya que los pacientes al conocer que no pueden acudir a su cita por los problemas personales que se presentan a última hora, buscan hablar para cancelar la reunión para que, el tiempo de dicha consulta sea aprovechada por otro paciente pero, así como es muy difícil hablar con el presidente de la República, algo parecido sucede con los teléfonos de los hospitales y clínicas, ya que nunca contestan a pesar de que se hacen decenas de llamadas a uno y otro número telefónico. Las grabadoras o contestadoras automáticas son muy amables, ya que solo responden para advertir que no hay quien conteste la llamada.

Aún más todavía, si se quiere acudir a un hospital para atender una emergencia, se batalla ya que hay muchas personas que requieren de este servicio médico de urgencias y el tiempo de espera para ser atendidos se prolonga y más cuando la falta de personal, sobre todo por las noches genera este tipo de problemas. Incluso hasta en hospitales privados, se tiene que hacer fila, ya que hay saturación para atender urgencias.

Antes de la pandemia, hubo necesidad de acudir al hospital de Santa Mónica por una urgencia de un hueso roto. Primeramente, hubo que esperar unas buenas horas para que se atendiera al paciente; posteriormente, cuando ya hay turno, hay que hacer fila para la consulta, luego hay que hacer cola para los rayos x, posteriormente, otro rato de espera para que se haga un diagnóstico y todo lo anterior, se debe que solo había un médico que le hacía de recepcionista, de doctor, de preparador de yeso para el hueso roto y hasta de personal de rayos X.

Habría que recordar a las autoridades del Seguro Social que vale más invertir en tecnología digital para atender desde la recepción de los pacientes hasta que culmina su caso, que andar gastando en análisis dobles y triples por falta de comunicación de sus redes, o por no tener dicha comunicación con sus pacientes que les facilitaría su atención, lo que muchos se los agradeceríamos.

Otro asunto que deben de atender es el de los procedimientos, ya que mientras los simplifiquen habrá ahorro de recursos. En fin, no presuman tanto sus alcances, ya que la realidad los desmiente.

fermallen@gmail.com

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